Nunca dije que votaría por Petro en mi columna anterior, sino que, desde el centro desunido, estábamos propiciando una alternativa de poder de la izquierda colombiana que podrá darse en su más calificado líder por conocimientos y pulcritud: Jorge Enrique Robledo. Pues viene del sur la marejada de Gabriel Boric.

Y cada marejada del sur, pone su marca. Como la puso Perón, como la puso Allende y como la puso Pinochet.  Como la puso Janio Cuadros y Joao Goular. O Velasco Ibarra que solo necesitó un balcón para hacerse elegir cinco veces y caer otras tantas.  Como puso su marca Alan García elegido dos veces en el Perú, patria de presidentes suicidas, que se dio un pistolazo por las piruetas de Odebrecht.

En un Chile polarizado de manera parecida a la nuestra, Gabriel Boric llega al poder con un 56% de la votación contra una derecha lidereada por José Antonio Kast que arrimó al 46%. David Altman hizo un diagnóstico de la situación chilena, muy similar a la de nuestro país en la actualidad: “optar por un statu quo ultramontano y radical, sectario y confesional entre nosotros los colombianos o unos cambios estructurales y revolucionarios que encarna Boric”. 

Solo que aquí no hemos tenido tal experiencia, como en Chile si la hubo con Allende y que luego de la dictadura de Augusto Pinochet renovó con la concertación de partidos de izquierda y centro izquierda por la democracia, que logró gobernar desde 1990 a 2010 y cuando no, ha sido el mayor referente de oposición. 

Esa concertación de partidos no infundió miedos, sino que se impuso la tarea de un crecimiento económico equitativo, el restablecimiento de las instituciones democráticas arrasadas por el general Pinochet, consolidó la economía manteniendo el esquema neoliberal de desarrollo humano y sin temores se firmaron más de setenta Tratados de Libre Comercio. Por ello sostengo que no hay que tenerle miedo a la Centro Izquierda que simboliza Robledo, un hombre transparente, que viene de la clase media colombiana.

El problema de la Izquierda nuestra es que nunca ha logrado la unidad y se quiebra más que un bulto de canela. ¿Lo, logrará esta vez? Uno de los puntales del triunfo de Boric fue el voto de la mujer joven.

Un punto que deberá cultivar Robledo, y que en Chile tiende a ser el proyecto de un gobierno feminista, con temas candentes de inclusión, de orden moral, laboral, financiero y cultural.

Sí, hay que ir perdiéndole el miedo a la izquierda, metiéndola al juego democrático. 

Adenda: Salud y pesetas para el 2022.