Sus chanclas y una almohada fue el único rastro que quedó de José Vicente Rico, el hombre que fue asesinado en el parque del barrio Las Cumbres del Norte, lugar donde dormía algunas noches.
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“Él se la pasaba por acá, a veces dormía en ese parque, a veces cerca del Cementerio Gólgota. Vivía prácticamente en condición de calle”, dijo uno de los residentes del sitio en el cual ocurrió el macabro hecho, sin explicación aparente.
Fue en un pequeño parque al lado de una escuela, ubicado en la calle 24 con avenida 9C, que acabaron con el hombre de 57 años. En un hecho sin testigos, don José fue atacado mientras se recostaba en una banca, por un desconocido armado con un puñal.
Fueron múltiples las heridas que le propinó el criminal, específicamente en la zona del tórax y el estómago, que dejaron al hombre sin vida en el lugar de los hechos. Nadie vio nada de este homicidio ocurrido sobre las 8 de la noche del pasado jueves, 4 de septiembre, pues según ellos mismos declararon, la mayoría estaban pendientes al partido de fútbol entre las selecciones de Colombia y Bolivia.
Sin embargo, en plena escapada, el presunto responsable fue interceptado por uniformados de la Policía Metropolitana de Cúcuta, que notaron una actitud sospechosa y al requisarlo encontraron un puñal en su poder, por lo que inmediatamente fue relacionado con el asesinato de forma preliminar. El sujeto fue capturado y está a disposición de las autoridades competentes que definirán su situación judicial.
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Al igual que las autoridades, los residentes del barrio no encuentran razón del hecho, pues según contaron, el señor sería respetado y apreciado en la zona. “No se metía con nadie, tampoco se lo veía con vicios, además tenía un montón de perros que recogía de la calle para tratar de ayudarlos”, comentó uno de los vecinos.
Esos acompañantes en sus últimos años de vida hoy siguen en la calle, en los alrededores de aquel parque en el que se consumó la muerte de don José, todo parece indicar que una vez más, quedaron a la deriva.
Otros vecinos lo recordarán como un miembro reconocible de la comunidad, pues era frecuente verlo caminando por las calles de Las Cumbres del Norte, a paso lento pues la edad le había cobrado factura, y tenía problemas de movilidad, seguido por la hilera de mascotas que le seguían el ritmo, y en ocasiones un leve canto que anunciaba su llegada.
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