En la voz entrecortada y un tono triste y melancólico,  la docente Zoraida Martínez, madre del auxiliar de Policía Jesús David Tarazona Martínez, demostraba el cansancio que dejó la búsqueda implacable de su hijo, desaparecido desde el 2 de enero, siendo hallado muerto en la trocha El Águila, ayer en la madrugada.

Y no es para menos. Durante 15 días buscó todos los medios para pedirle tanto a las autoridades colombianas como venezolanas respuestas sobre el paradero de su hijo, de 19 años y que desde hace 10 meses prestaba su servicio militar en la Policía Metropolitana de Cúcuta (Mecuc).

Su instinto materno la llevó a protagonizar dos plantones: en el puente internacional Francisco de Paula Santander y otro afuera de la Alcaldía de Cúcuta, además de buscar en diferentes medios de comunicación para exigir respuestas que nunca llegaron.

Una de las personas que acompañó estas protestas pacíficas en las que se mostraban pancartas y se exigían respuestas, resaltó que la educadora siempre tuvo una fortaleza inquebrantable y la fe intacta en que en algún momento su amado hijo Jesús David aparecería sano y salvo.

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“No hay más que hacer, ya lo mataron. Estamos esperando a que nos entreguen el cuerpo para darle cristiana sepultura”, con estas palabras de resignación y tristeza la educadora se refirió al hecho.

El dolor por la pérdida no solamente se sintió en la familia Tarazona Martínez, también al interior de la Policía Metropolitana donde varios patrulleros, suboficiales y oficiales lamentaron el hecho. “Es triste perder a un compañero tan joven y lleno de proyectos, energías y ganas de sobresalir”, dijo un uniformado.

El hallazgo

Cuando el reloj marcaba que eran las 3:00 de la mañana, en las cuadras del barrio El Escobal que son aledañas a la trocha El Águila se escucharon varios disparos que fueron presagio de que al interior de ese paso fronterizo habían acabado con la vida de una persona.

La gente no se atrevió a salir de sus casas y mucho menos ingresar a la trocha para confirmar sus sospechas, por lo que alertaron a unos policías ubicados en una estación de Policía cercana.

Los uniformados le comunicaron a sus superiores a través de los radios de comunicación, a la espera de recibir instrucciones, pero la orden fue clara: esperar a que amaneciera, debido a que en ese paso informal que comunica el municipio venezolano Pedro María Ureña con El Escobal hacen presencia grupos armados ilegales.

Así fue como hacia las 6:00 de la mañana se desplegó un fuerte dispositivo de seguridad para custodiar el lugar, mientras que los empleados de una funeraria ingresaron para recoger los cadáveres de  Jesús David Tarazona Martínez y de otra víctima.

Hacia las 8:00 de la mañana los cuerpos fueron trasladados por los empleados de una funeraria hasta el Instituto de Medicina Legal.

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La desaparición

Jesús David salió de su vivienda ubicada en el barrio Llanitos de Los Patios, el primero de enero a las 6:30 de la tarde en su motocicleta Suzuki GN, gris.

El hombre, quien gozaba de un permiso otorgado desde el 29 de diciembre, llegó al vecino país para disfrutar de las fiestas que en Ureña se dan cada principio de año.

Jesús se encontró con una amiga, quien le presentó a José Ángel Silva Márquez y a su esposa. Las cuatro personas disfrutaron de la fiesta y hacia las 2:00 de la mañana, pasaron a pie la frontera y llegaron hasta El Escobal.

“Al otro día (2 de enero) Jesús se paró y convidó al otro muchacho (José Ángel) para que fueran hasta Ureña a buscar la motocicleta, que guardaron en una vivienda porque en la madrugada no se podía pasar en vehículos por la frontera”, contó el hermano.

En  un video de una cámara de seguridad ubicada en la frontera venezolana, se observa a los dos hombres, a eso de las 8:30 de la mañana, del 2 de enero, pasando a pie por una de las alcabalas, donde hace presencia la Guardia Nacional Bolivariana (GNB). Ese fue el último reporte de ambos hombres antes de desaparecer, del segundo se presume que sea el otro cadáver encontrado, pero resta esperar los análisis de Medicina Legal.

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