Sí. Nuevamente, un domingo, día por tradición de fútbol, el Cúcuta Deportivo tuvo representación en el estadio General Santander, su casa por naturaleza.
Lo hizo con un grupo dirigido por David Suárez y el histórico capitán Braynner García ante Técnico Universitario de Ambato, Ecuador, en un juego amistoso organizado por la empresa privada que terminaría ganando el motilón 2-1 con goles de Carlos ‘La Moña’ Ramírez y Junior Rangel, ambos con pasado en el profesionalismo.
Mientras la Dimayor y el mismo Ministerio del Deporte aún no definen la situación del rojinegro, miles de personas a volvieron a sonreír.
Sonrió no solamente el hincha, lo hizo también el vendedor de paletas, el de empaquetados, el que cuida los vehículos y todos aquellos empleos informales que se generan a consecuencia de la masa que congrega la institución más querida de Norte de Santander: el Cúcuta Deportivo.
Sonrió la familia del jugador que día a día se levanta con el sueño de llegar a la profesional y vivir de ello.
Lo hizo también el padre que llevó a su hijo por vez primera
Sonrió y lloró aquel hincha que no pudo ir junto a su ‘hermano de cancha’ que fue devorado por la horrorosa pandemia.
Sonrió el periodista que no asistía a su “oficina” desde el 1 de marzo de 2020, día en el que se disputó el último partido profesional en Cúcuta.
Sonrió una ciudad duramente golpeada por la violencia en el último año.
La alegría, de grandes y chicos, se sintió en el escenario del barrio Lleras.
Ese sentimiento no se palpitaba desde hace mucho tiempo.
Justamente en marzo de 2020 antes de que la Liga fuera parada por la pandemia, de que el equipo marchara a Armenia , empezara a tener problemas con su reconocimiento deportivo, iniciará proceso de liquidación judicial y fuera desafiliado de la Dimayor- la hinchada apoyaba, pero estaba resentida.
A finales de febrero de 2020, se hizo público un audio donde el expresidente y principal causante de la crisis del Cúcuta, despotricaba de la plaza.
Ese 1 de marzo, gran parte de los seguidores rojinegros no ingresaron al estadio en modo de protesta y se congregaron en la Plaza de Banderas como manifestación a los comentarios de José Augusto Cadena.
Aquella tarde, el panameño Blas Pérez, campeón con el Cúcuta y mundialista en Rusia 2018, acompañó la congregación.
Ayer, un año y 8 meses después, la gente gozó al son de los cantos populares de la Banda del Indio en la tribuna sur y la Gloriosa Banda Rojinegra en norte.
A pesar de todos los golpes sufridos, la hinchada acompañó bajo la esperanza de volver a ver su equipo en el profesionalismo, del que nunca debió irse.
Ahora, con el mensaje claro y contundente, se espera que el grupo sectario que gobierna el FPC reconsidere su postura y deje que Cúcuta y sus habitantes se beneficien del doblemente glorioso Cúcuta Deportivo.
Columna de opinión de Gustavo Contreras.
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