Hace pocos días, todos los ojos del país voltearon a ver, por primera vez en muchos años, al asentamiento humano La Conquista.
Contrario a lo que sus residentes quisieran, las razones para ser el centro de atención de todos los colombianos no fueron avances en temas de infraestructura o la entrega de las escrituras de los predios, como tanto lo añoran, sino un hecho insólito en Colombia.
Fue desde allí que le dispararon al helicóptero en que viajaba el presidente de la República, Iván Duque, por estar ubicado en límites con el aeropuerto internacional Camilo Daza.
Llegar al lugar se convierte en una travesía en la que los conductores deben demostrar su destreza, pues muchas de las vías que lo anteceden son de herradura.
Un letrero comercial que dice “bienvenidos al barrio La Conquista”, es la entrada a este olvidado sector del norte de Cúcuta que ya cumple nueve años de invadido.
La mayoría de sus viviendas son de tabla, pintadas con colores brillantes que llaman la atención de todos los que pasan, algunas están cercadas, también fabricadas por los mismos residentes.
Solo las vías principales están pavimentadas, las otras calles siguen siendo de tierra y fortalecidas con piedras para evitar hundimientos.
Los niños que viven en el lugar corren con libertad, junto con sus mascotas, por las pequeñas avenidas de la zona, y solo se detienen por pocos minutos a ver el único atractivo: los aviones que pasan a pocos metros de altura, listos para el aterrizaje en una de las pistas del aeropuerto internacional.
¿Es nuevo?
Muchos cucuteños supieron que existía La Conquista luego de ese episodio del 25 de junio en que todas las miradas apuntaron a la capital nortesantandereana, pero poco saben de la lucha que han enfrentado sus residentes para tener una vivienda digna, a pesar de que los terrenos en los que viven no son propios.
Fue en el 2012 cuando las primeras personas llegaron a construir sus casas. Según comentó Javier Bayona, presidente de la Junta de Acción Comunal (JAC), ya se habían invadido algunos de los terrenos antes y ellos hacían parte de la tercera etapa.
“Primero fue Guadalupe, luego María Paz y después La Conquista, igual cuando llegamos no había casi nada, empezamos de cero”, contó Bayona.
Además, señaló que tener luz no fue una tarea fácil, pues por mucho tiempo tuvieron que robarse la energía de otros lugares.
“Los cables que poníamos no eran tan buenos y a veces se estallaban, normalmente eso pasaba tipo 10:00 de la noche, a esa hora quedábamos a oscuras y nos tocaba esperar hasta el otro día para solucionar el problema”, comentó el líder comunal.
Cansados de la situación y los frecuentes bajones de luz, los habitantes de los barrios cercanos decidieron cortar definitivamente el servicio e incluso dejar un poste sin fluido eléctrico, para evitar que los residentes de La Conquista se siguieran ‘colgando’.
Por esta razón, las personas que vivían en La Conquista decidieron protestar en la vía a Puerto Santander y cerrarla por un tiempo. Fue la única manera en la que pudieron recibir la atención de la administración municipal, que luego de este suceso sirvió como intermediaria para que tuvieran el servicio de electricidad legal.
Una lucha similar tuvieron que enfrentar para tener agua en sus viviendas. Como contó el presidente de la JAC, rompieron tuberías de zonas aledañas e instalaron unos tubos para que el preciado líquido llegara, hasta que la Fundación VyC se apersonó de la situación y les proporcionó el suministro de agua legal a través de una pila pública.
En el olvido
El presidente de la Junta de Acción Comunal manifestó que la única vez que se sintieron escuchados fue cuando lograron obtener el servicio de energía eléctrica.
Pero llegar a tener una cancha o un buen espacio de recreación, sigue siendo una utopía para ellos. Al ser un asentamiento humano, solo pueden acceder a pocos beneficios.
“Una cancha o una escuela de formación en algún deporte nos ayudaría para que muchos jóvenes no estén en el mundo de la drogadicción y se dediquen a otras cosas, pero es difícil”, comentó el líder comunal.
Bayona agregó que el tema de legalización de predios también es lejano, y que en la actualidad no han visto acercamientos por parte de Planeación Municipal para hablar al respecto.
Inseguridad, tema latente
La poca atención por parte de las autoridades, según habitantes del sector, también ha provocado que la inseguridad aumente.
Hace varios años estuvieron en un consejo de seguridad con el excomandante de la Policía Metropolitana de Cúcuta, el coronel José Luis Palomino, en el que solicitaron un Centro de Atención Inmediata (CAI).
“Somos el último barrio de la Comuna 6 y hacemos parte de un cuadrante de casi 12 barrios, lo que quiere decir que tener atención por parte de la Policía es difícil”, dijo el presidente de la JAC. Otro de los residentes del sector aseguró que llegar al barrio no es fácil y que, al ser tan lejano, muchos delincuentes aprovechan para expender droga con libertad.
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