Una nueva frma de virus se expande por las tierras nuestras. Hace males, y deja estragos. Llegó hace años y es especialmente, te virulento, pues destruyó Cuba, Venezuela, ya está haciendo lo suyo en Ecuador y en México. Ahí va este virus, que también viene de tierras lejas. Se llama Izquierda y ha sido inmune a casi todos los remedios, menos a la sensatez.
¡Donde entre la sensatez, el virus muere! Quizá no es un nuevo virus, sino una mutación de uno centenario.
Pues bien, me pregunto por qué, si ha sido claro que la izquierda nunca ha traído nada bueno, pelecha con tanta generosidad y fanfarronería por estas tierras. ¿Cuál es la razón?
Me atrevo a explicarlo en otros términos: ¿por qué, entonces, la derecha ha fracasado? Si la izquierda se vende tan bien, en algo está fallando la derecha, ¿no?
Hay tres puntos en los que la derecha falla, está fallando, sobre todo a los jóvenes: El primero, las libertades sexuales y reproductivas. El segundo, el medio ambiente. Y el tercero es, a mi juicio, la intromisión excesiva en la esfera de íntima del individuo por parte del Estado.
Me explico:
La derecha, como postura filosófica, económica y política, es distinta del conservadurismo y, creo, que ahí empiezan las confusiones pues muchas veces se alucina lo uno con lo otro.
Ser conservador, por ejemplo, es adoptar un modelo de familia particular, que dicho sea de paso hizo agua. Ser conservador es, también, no reconocer los derechos que tiene las personas de autodeterminarse en temas como la droga, por ejemplo.
La relación íntima entre conservadores e iglesia católica es otra nota distintiva.
El conservadurismo no es tan amigo de las posturas ecológicas, mucho menos de los derechos de los animales.
En fin, acá planteo algunas características del conservadurismo, que – desde luego absolutamente respetables- ya no son de recibo por los jóvenes; ellos buscan un mayor respeto y aceptación a la diversidad. Sus relaciones personales son abiertas. Ecológicos como los que más, son vegetarianos por respeto a los derechos del medio ambiente. Quieren pocos, o ningún hijo.
Con estas características quiero mostrar que ser de derecha no siempre va de la mano con ser conservador; pero esa confusión ha existido, y ahí es donde mete baza la izquierda que busca a los jóvenes, liberales, y les vende la derecha como sinónimo de conservador.
Es una genialidad de la izquierda, y ha sido una máxima torpeza de la derecha no “evolucionar” con los nuevos tiempos.
Por eso, creo que la derecha debe abrasar nuevos, y más modernos, postulados. Algunos me dirán con los principios no se negocian, y que no se cambia por antojos de mercadeo.
Sí, estoy de acuerdo. Pero acá no es un cambio de principios: lo que hay es una necesidad de diferenciar conceptos, que siempre se han tenido por sinónimos, pero que no lo son.
Es, pues hora, de una nueva derecha.