Leí hace poco un titular (y ya casi no se leen noticias completas; los titulares son la noticia) que decía que, si el clima lo permitía, la vía al llano se podría habilitar. Leí varias veces para estar seguro de que eso decía. Lo dijo el viceministro de infraestructura.
Me hace acordar de la forma en que los colombianos se despiden. “Nos vemos mañana, si Dios quiere”. Y es que por estas tierras ya no importa la voluntad de las personas, ni mucho menos la del gobierno, ni la del Estado. Tampoco la de los “estamentos”, como dicen los periodistas y los estudiantes cuando no saben qué palabreja usar para camuflar que no estudiaron.
No. Acá lo que importa es la voluntad de Dios: nos vemos mañana, si Dios quiere. Iré a San Andrés de paseo, si Dios lo permite. Me graduaré si Dios me da vida y licencia.
Decía que hace poco leí un titular sobre la vía al llano. El funcionario afirmó que la vía se podía abrir si el clima lo permitía. ¿cinismo? No, para nada. Un tipo honesto que reconoció que por estos lados ya estamos es de la mano de Dios, pero nunca de la mano del Estado, ni de la voluntad de los seres humanos. Colombia es, ante todo, y por encima de todo, un acto de esperanza y desconsuelo, al mismo tiempo.
Esperanza porque siempre estamos a la víspera de alguna buena noticia: la clasificación al mundial, la vacuna de la malaria, el himno más bello del mundo. Y desconsuelo al ver que nada de lo anterior pasó. Y el ciclo vuelve, en un sinfín de repeticiones: Hay paz, pero ya no. Hay petróleo, pero poquito, Venezuela hará una guerra, pero en la frontera…
Digo que el señor viceministro, que admitió que la vía al llano se abre si el clima lo permite, es la persona más sensata de todo el gobierno. De todo el Estado, diría yo. Merece ser reconocida como el funcionario del año. Del siglo, ojalá. Cogió el toro por los cachos y reconoció que acá manda el clima, o Dios, que es lo mismo.
Alguna vez compartí mesa con unos portugueses que habían trabajado en Colombia. Eran empleados de una compañía de infraestructura que tenía, y tiene, proyectos en Colombia.
La charla empezó hablando de lo bello que es Colombia, y el café, y todas las maravillas que tenemos. Y continuó para hablar de lo mal que estábamos en vías. Y en puertos. Y aeropuertos, y en general en infraestructura. Como buen colombiano, busqué excusas para que ellos entendieran las razones de no tener infraestructura: Las cordilleras, lo agresivo de los climas. En fin. Ellos, rápidamente, me dijeron que es, precisamente, por la geografía, que necesitamos infraestructura.
Pero acá, tierra de Dios y nadie, a la vez, no hemos aprendido la lección. Y entonces sale el funcionario y dice, victorioso, que habrá vía si el clima lo permite. Y para mi gusto las vías son la nación. Poder ir de un lugar a otro, no importa si es de noche, o si hay nieve, o arena, o es lejos, es la definición misma de nación.
Mejor dicho, en Colombia hay nación si Dios y el clima lo permiten.