Me refiero al caso del señor que le quitó la vida a un delincuente que, segundos antes, había matado a su esposa. La Fiscalía sostuvo, inicialmente, que imputaría cargos por el delito de homicidio. Luego dijo que solicitaría la preclusión de la investigación; desde luego, esta última es la decisión correcta.
Pero, como fuere, quiero hacer notar algo: La soledad, el abandono, el desamparo que vive, día a día, un ciudadano.
Miren ustedes: Sale una persona, con su esposa, a caminar. Por la mitad de la trocha (sí, todas las calles en Colombia son trochas), en un punto con baja o nula iluminación (casi todos los puntos de las trochas están mal iluminados) se acerca un ilustre delincuente. Cuchillo en mano le pide sus pertenencias. La persona atacada, que no sabe cómo reaccionar, escoge el camino de confrontar al hombre armado. En este punto se ha trabado, se ha tejido, la peor de todas las conversaciones: Dos personas armadas: una de palabras, y otra con cuchillo.
El cruce no demora en solucionarse con el deceso de la persona que solo tenía sus palabras como defensa. Su compañero, obviamente, actúa como cualquier persona lo haría: Se defiende. Ataca de nuevo. Quiere preservar su vida, y desde luego, evitar que se repita el ataque.
El primer atacante muere. Dos muertos en menos de lo que canta un gallo.
Y, desde luego, la Fiscalía se hace presente diciendo que imputará cargos por homicidio.
Pone la Fiscalía a legos y expertos a opinar sobre una cosa elemental: El derecho de todo humano a defenderse. Escribo estas líneas y las noticias dicen que no, que ya no imputará cargos, sino que pedirá preclusión.
En un Estado tan débil como este, con instituciones tan frágiles, va siendo hora de que se analice la posibilidad revocar la prohibición de porte de armas.
Me dirán bárbaro, sí. Me tildarán de facho, y de paramilitar. Me harán saber que por eso hay masacres en todas partes. En fin. Ya sé de memoria los argumentos. Pero ninguno de esos, ninguno, combate el que yo esgrimo, y se esgrime desde los orígenes de la humanidad: El derecho de un ser humano a defenderse. Derecho que se amplia, se expande, cuando no hay instituciones en funcionamiento.
Es lo de menos que, a última hora, se haya inclinado la Fiscalía por pedir la preclusión en el caso. El debate ya está servido.
Ya es hora de que los ciudadanos nos podamos defender.