
Después de varios días en que la juez del caso leyó el proveído que consta de 1.114 folios, sobre el expresidente Álvaro Uribe Vélez, en un proceso penal interminable de 13 años, es poco lo que queda por decir, porque todos los abogados penalistas mediáticos del país han sido entrevistados por los medios de comunicación, y las respuestas, como es lógico, dependen de la matrícula o ideología política del entrevistado. No podría ser de otra manera.
En los meses previos a la lectura de la providencia se esparció la especie que el expresidente Uribe Vélez podría ser candidato a la vicepresidencia de la República. No sé si lo manifiestan sólo para arrastrar votos, que indudablemente les resultaría genial, o para exaltarlo inequívocamente como presidente de la Nación. No hay que olvidar que la actual politización de la justicia es para sacar del ruedo político al expresidente y por ello era contraproducente la propuesta. Ahí está el resultado: “Inhabilitación para el ejercicio de derechos y funciones públicas”. Sin embargo, muchas veces una personalidad política popular, con ascendiente indiscutible en el electorado, puede ser más riesgoso para sus contradictores políticos si está en el exilio o en rejas. Ningún caso tan elocuente como el del ayatolá RuhollahJomeini que desde su exilio en París incitó la revolución islámica de Irán, triunfante en 1979.
Ahora bien, el día que la juez leyó la providencia kilométrica muchas personas interesadas en estas cosas nos sentamos cómodamente en el sillón a esperar con ansiedad la lectura, sin sospechar que sería como una línea infinita. Lo primero que dijo la señora juez fue como un baldado de agua fría, por lo imprevisto e improcedente, fue el adelanto de la parte resolutiva: “La justicia no se arrodilla ante el poder”. Ese epígrafe no aparece en la sentencia.
Otro aspecto que sorprendió en la lectura es la importación de figuras jurídicas del derecho anglosajón a nuestro ordenamiento jurídico-penal, como el “plainview” o vista plena, que no contempla la legislación penal colombiana, doctrina según la cual el “hallazgo imprevisto” es válido o los descubrimientos casuales en el marco de una investigación penal son válidos. Este trasplante jurídico se hizo con el fin de validar ilegalmente la interceptación telefónica y “equivocada” a la línea celular del expresidente Uribe, creyendo que era la de otro encartado. Con todo esto, ¿seguirá Colombia siendo un Estado de derecho?
Eso le corresponderá aclararlo o declararlo a los magistrados que conocerán los recursos que se interpondrán, iniciando con el de reposición.
Esta sentencia será histórica, no por lo que generalmente se tiene como tal, sino, precisamente, por lo contrario, por los desatinos de que adolece y porque la señora juez la exornó con comentarios improcedentes. Eso era innecesario. Muchos colombianos seguiremos pendientes de la politización de la justicia colombiana.
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