Dando alcance a nuestra reciente discusión sobre la coronación de “Flesh” de David Szalay como el libro originalmente escrito en lengua inglesa más importante del 2025 para el Booker Prize, y ya puestos a comentar sobre la tracción que genera para la literatura entera de un país el que sus autores despunten a nivel internacional en este tipo de certámenes, es el momento de dirigir la mirada hacia el país que posiblemente tenga las mejores papeletas en la mano para bañarse con la gloria de la Academia Sueca en algún momento durante la próxima década: la India, el coloso dormido del Índico.
Posiblemente uno de los más grandes misterios literarios de siempre sea el porqué un país del tamaño, la diversidad y la tradición escrita de la India simplemente cuenta con un Nobel de Literatura en su palmarés. Y es que desde que Rabindranath Tagore tiró de épica en 1913 para abrirle las puertas del Olimpo Literario por primera vez a toda Asia, la suerte les ha sido esquiva desde entonces.
Si ya nos sorprende lo suficiente que hayan pasado 15 años desde el último ganador Iberoamericano, es absolutamente inexplicable que vayan 112 y contando desde el único proveniente del Hindustán. Un abismo temporal que no tiene lógica cuando analizamos la frenética vigencia editorial de sus letras.
Y es que, dada su versatilidad para escribir tanto en inglés como en dialectos autóctonos, sus autores se desempeñan con soltura en competencias por todo el planeta.
No en vano tienen en sus vitrinas cuatro Booker Prize (“Hijos de la Medianoche” de Salman Rushdie en 1981, “El Dios de las Pequeñas Cosas” de Arundhati Roy en 1997, “El Legado de la Pérdida” de Kiran Desai en 2006 y “Tigre Blanco” de Aravind Adiga en 2008), dos International Booker Prize (“Tomb of Sand” de Geetanjali Shree en 2022 y el novísimo “Heart Lamp” de Banu Mushtaq en 2025) y hasta un Pulitzer (“Intérprete de Emociones” de Jhumpa Lahiri en 2000). Finjamos sorpresa cuando el próximo Princesa de Asturias toque empacarlo para mandarlo a Nueva Delhi.
Pocos países han conseguido tal nivel de infiltración de su literatura en otras jurisdicciones, pero, con eso y todo, la disponibilidad de sus obras sigue siendo muy limitada, por lo menos, en castellano.
El buque insignia sigue siendo Salman Rushdie, por supuesto, cuyos libros se venden como pan caliente y quien tras el brutal ataque que casi le cuesta la vida, no sólo nos dejó uno de los mejores libros de 2024 con “Cuchillo”, sino que también vio su nombre entrando con fuerza en las quinielas de octubre, escalando incluso hasta la segunda posición, para estabilizarse con el paso de los años hasta quedarse ad portas del top 10 esta temporada. Con 78 años y un ritmo consistente de publicación, es el as de espadas de la India durante unos cuantos lustros más.
No tengo duda de que Estocolmo pronto pagará la deuda histórica que tiene con el pueblo de Tagore. La hora india llegará eventualmente y podremos disfrutar nuevamente de las historias que esta tierra tiene para ofrecernos.
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