
Los acontecimientos actuales en Oriente Medio nos retrotraen a las aciagas fechas de los años 30 en Europa porque ambas tienen como contexto la búsqueda de la extinción del Pueblo Judío y la política de apaciguamiento y antisemitismo vergonzante de Occidente.
El 28 de junio de 1919, se firmaba el Tratado de Versalles que daba fin a la llamada Primera Guerra Mundial, en la cual Alemania como vencido firmó un acuerdo que entre otras la obligaba al pago de reparaciones de guerra, las limitaciones a tener unas fuerzas armadas con capacidad ofensiva y a dejar una zona desmilitarizada en la región del Ruhr entre Francia y Alemania.
Cuando llegó la crisis financiera mundial de 1929, que originó lo que se llamó la Gran Depresión, hizo muy gravosas las obligaciones financieras del Tratado de Versalles para Alemania, produciendo un gran malestar social en ese país que llevó a los ciudadanos hacia los extremos políticos: el comunismo o el fascismo, dos caras de la misma visión autócrata del manejo del Estado. El movimiento comunista afectaba, aún más, cualquier posibilidad económica, por lo que la gente se fue hacia el fascismo buscando quien los contuviera. Los partidos de corte extremista de la derecha, quienes no solo se declaraban enemigos del movimiento comunista, sino que denunciaban el Tratado de Versalles, montando la leyenda, algo muy propio de la propaganda extremista, de la puñalada por la espalda diciendo que Alemania había ganado la guerra pero había sido vendida por la dirigencia alemana, finalmente se consolidaron como opción de poder con la fusión de varios partidos de derecha e izquierda que se llamó Partido Nacional Socialista de Obreros Alemanes (NSDAP), tristemente conocido en la historia como partido nazi. Sus bases programáticas eran el anticomunismo, el nacionalismo, el antisemitismo y la autocracia, pues la democracia era un obstáculo. Su líder supremo o Führer fue Adolfo Hitler.
El partido nazi creo milicias paramilitares, algo así como la Primera Línea, pero uniformada y armada, que se “tomaron las calles” a la fuerza eliminando sus contradictores. En 1932 ganó las elecciones (como Chávez o Petro) y jamás lo devolvió. En 1933, Hitler fue declarado canciller alemán con plenos poderes. Se dedicó a eliminar a sus contradictores políticos, que al ser bastantes los llevó a crear campos de concentración, que con el transcurso de la guerra llegaron hasta campos de exterminio.
Hitler ignoró los acuerdos de Versalles e inició la remilitarización de Alemania. Entretanto los antiguos vencedores como Francia y Alemania se plagaron de izquierdistas y en ellos se esparció el virus del apaciguamiento. En 1936 Alemania se tomó la zona desmilitarizada del Ruhr sin que los europeos pasarán de las palabras y puso en acción la aviación “prohibida” en la guerra civil española, apoyando al fascista de Franco. En ese momento aún se podía parar a Alemania sin mucho costo en una guerra corta,pero pudo más el tibio apaciguamiento.
En la actuación más vergonzosa de política cobarde, los primeros ministros Daladier de Francia y Chamberlain del Reino Unido (le dieron el Nobel de la Paz por darle fuerza a Hitler ) “regalaron” Checoslovaquia a Hitler para “apaciguarlo” quienes dijeron que se garantizaba la paz en Europa por una generación. Menos de un año después de esta actuación, Hitler después de firmar un Tratado de No Agresión con su jurado enemigo, la comunista Unión Soviética, que tenía un protocolo secreto para repartirse Polonia, invadió ese país y dio origen a la Segunda Guerra Mundial.
La URSS respetó plenamente el acuerdo mientras Hitler asolaba Europa Occidental, pero dos años después rompió el acuerdo y atacó la URSS, que pensaba esclavizar. El resto de historia es que esa actitud apaciguadora costó la devastación de Europa, la muerte de 60 millones de personas, el exterminio de 6 millones de judíos y seis años de alianza aliada con la “enemiga ideológica” URSS, para acabar a la Alemania Hitleriana. ¿Algo así volvería a pasar después?
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