¿Te duele ver a Colombia como está?

¿Te preguntas si este país aún tiene arreglo?

No estás solo. Ese nudo en la garganta que muchos llevamos... no es resignación. Es memoria.
Es la voz interna del país diciendo: "Ya basta."

Estamos en una encrucijada, sí. Pero también estamos frente a una oportunidad brutalmente hermosa: elegir si seguimos sobreviviendo... o si, por fin, decidimos vivir con propósito.

Colombia no está dormida.
Colombia está despertando.

La duda no es una debilidad. Es una señal de inteligencia colectiva.

En un país donde la fe ha sido manipulada y el discurso se volvió ruido, dudar es revolucionario.
Dudar es el primer paso para actuar con intención.
Creer ya no basta. Hay que creer con dirección.

Y esa dirección comienza por recuperar tres pilares que nos han arrebatado:
- Soberanía Territorial: Colombia no es solo Bogotá. Cada rincón debe sentir la presencia digna del Estado.
- Soberanía Energética: No podemos seguir dependiendo de modelos que perpetúan la desigualdad.
- Soberanía Internacional: No queremos ser peones ni mártires. Queremos tener voz. Una propia. Firme. Clara.

No necesitamos héroes. Necesitamos humanidad con coraje.

Este no es el momento de mesías ni de extremos. Es el momento de liderazgos que escuchen, que sumen, que inspiren con el ejemplo.

Liderazgos que entiendan que el verdadero poder no está en el cargo, está en la gente.
En esa mayoría invisible que no hace ruido, pero que sostiene al país día a día.

La narrativa del miedo ya no mueve. Lo que transforma... es el sueño.

Colombia no necesita más advertencias. Necesita visión.
Una visión que no oculte la verdad, pero que la transforme en impulso.

¿El diagnóstico? Claro: desigualdad, violencia, frustración.

Pero también: resiliencia, juventud hambrienta de cambio, regiones con talento silenciado, corazones aún encendidos.

Imagínate caminando por tu barrio sin miedo, viendo a tus hijos jugar sabiendo que el país sí cambió.
Esa imagen no es un sueño: es una meta.

El sueño es posible. Y ese sueño empieza contigo.

Este no es un texto político. Es un espejo.

Un espejo que te devuelve la mirada y te pregunta:
¿Vas a esperar a que otros lo hagan? ¿O vas a levantar la mano y decir “aquí estoy”?

Porque arreglar a Colombia no es tarea de un partido.
Es tarea de una generación que se niega a repetir la historia.
Una generación que entiende que el futuro no se vota cada cuatro años. Se construye cada día.

Levántate. Respira hondo. Mírate en el espejo. La historia no cambia sola.

Somos millones despertando a la vez. Y cuando un país despierta unido, el miedo se desvanece.

Colombia no está rota.
Colombia está recordando quién es.
Y si recordamos juntos…
el despertar será imparable.

Y hay una cuarta soberanía que debemos abrazar con decisión: la soberanía productiva.

La productividad empresarial es vital. No hay país viable sin empresas fuertes, sin empleos dignos, sin innovación constante.

Necesitamos atraer inversiones, impulsar empresas ancla que dinamicen las regiones y generen oportunidades reales de trabajo para los millones de jóvenes que hoy tienen un proyecto de vida productivo que cumplir.

Porque recordar es actuar: el tiempo, la palabra y la oportunidad son tres cosas que nunca regresan. Y en política, esa verdad es más vigente que nunca.

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