El presidente de Colombia, Gustavo Petro, se encuentra en Sevilla, España, donde participa desde este lunes en la IV Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo (FFD4), una cita convocada por la Organización de las Naciones Unidas que congrega a líderes de distintos países.

Como preámbulo al evento, este domingo se ofreció una cena oficial en el Palacio Real Alcázar, presidida por los reyes de España, Felipe VI y Letizia. La recepción sirvió para dar la bienvenida a los jefes de Estado asistentes, en un entorno diplomático cuidadosamente regido por normas protocolarias. Fue durante este encuentro que se registró un momento que ha dado de qué hablar tanto en medios internacionales como en plataformas digitales.

El gesto inesperado que desató reacciones en redes

En el momento del saludo a la reina Letizia, el presidente Gustavo Petro intentó acercarse con la intención de darle un beso en la mejilla, un gesto que no corresponde al protocolo oficial en encuentros con miembros de la realeza española. La reina reaccionó con discreción, retrocediendo un paso y extendiendo su brazo para mantener la distancia adecuada antes de guiar al mandatario hacia la posición destinada para la fotografía oficial.

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Las cámaras captaron el instante y las imágenes no tardaron en viralizarse en redes sociales, donde se ha comentado ampliamente el error de etiqueta. Muchos internautas han recordado momentos similares protagonizados por otros líderes latinoamericanos, como el fallecido Hugo Chávez, quien también tuvo un traspié diplomático al intentar saludar de manera informal a la reina Isabel II durante una visita oficial al Reino Unido en 2001.

En contraste, los demás mandatarios que participaron en la recepción se limitaron a saludar con un apretón de manos y a una distancia prudente, tal como lo exige el ceremonial en este tipo de eventos. Hasta el momento, desde la Casa de Nariño no se ha emitido ninguna declaración al respecto.

Este episodio ha vuelto a poner sobre la mesa la importancia del conocimiento y respeto por las normas del ceremonial diplomático, especialmente en escenarios donde los gestos, por mínimos que parezcan, tienen una alta carga simbólica.

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