El tradicional sonido del despertador ya no solo marca el inicio de una jornada laboral, sino también el comienzo de una rutina de crianza compartida.
Cada vez más padres participan activamente en la vida emocional, escolar y cotidiana de sus hijos, redefiniendo la paternidad moderna.
Sara Isabel Pérez Acevedo, psicóloga infantojuvenil, explica que la figura del padre cambió sustancialmente en las últimas décadas. Antes era un rol distante y autoritario, enfocado en proveer económicamente.
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Hoy, los desafíos contemporáneos exigen una presencia emocional activa de ambos padres. La nueva paternidad implica asistir a reuniones escolares, acompañar citas médicas, involucrarse en la crianza diaria y mostrarse afectivos y vulnerables ante sus hijos.
Historias de transformación
Nicolás Angarita, un joven padre de 31 años, decidió romper el ciclo de ausencia paterna que vivió. Para él, ser un padre presente implica responsabilidad, integridad y ejemplo.
“Crecí sin mi papá y entendí que debía convertirme en ese padre que yo necesité”, afirma. Su día a día incluye preparar desayunos, compartir tareas domésticas y explicar a su hijo el porqué de cada decisión.
Por su parte, Javier Suárez, de 52 años y padre de cuatro hijos profesionales, encontró en la paternidad un propósito de vida. Desde el nacimiento de sus hijos, estuvo presente en cada etapa, inculcándoles valores como la humildad, la igualdad y el respeto.
Inspirado por su propio padre, combinó el ejemplo con el diálogo, enseñándoles que ser un padre presente va más allá del sustento económico.
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Paternidad presente
La implicación emocional del papá tiene efectos positivos tanto en hijos como en padres. Según Pérez Acevedo, los niños que crecen con padres presentes desarrollan mayor seguridad emocional, empatía y habilidades sociales. Además, los padres que participan activamente en la crianza experimentan menor estrés y una conexión afectiva más profunda con sus hijos.
Barreras que persisten
A pesar de los avances, aún hay obstáculos que dificultan una paternidad activa: estereotipos de género, ausencia de referentes y rigidez laboral. Para superarlos, la psicóloga sugiere herramientas como el autoconocimiento emocional, la escucha activa y la formación constante en crianza.
La falta de figura paterna terminaría desencadenando múltiples problemáticas emocionales y conductuales en los niños. La presencia del padre enseña autorregulación emocional y construye modelos positivos, especialmente importantes para las niñas en su visión de futuras relaciones.
Este Día del Padre celebra a una generación de hombres en transición: hombres que crían con ternura y firmeza, que rompen moldes y sanan heridas generacionales. Como concluye Pérez Acevedo, “cuestiona esos mandatos y redefine tu masculinidad desde el afecto”. Una transformación que no solo impacta a los hijos, sino también a los propios padres.
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