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Atrás parecen haber quedado los reclamos y pullas que lanzó en público la propia Márquez. “Vivía sabroso antes. Vine acá a sufrir, literal. Ha sido una paridera muy berraca”, dijo apenas en agosto pasado en una entrevista con el programa Los Informantes de Caracol Televisión, en referencia a lo que han sido sus más de tres años en el “Gobierno del Cambio”.
La relación entre las dos cabezas del Estado se deterioró a tal punto que el jefe de Estado la apartó del Ministerio de la Igualdad –una entidad que Márquez gestó desde ceros– en febrero pasado.
“Desde la campaña hasta hoy he vivido muchos episodios de deslegitimación, sabotaje y exclusión (...) Somos útiles para ganar elecciones, pero no para gobernar (...) Se nos quiere en la foto, pero no en la toma de decisiones”, reclamó en julio pasado, días después de la instalación del Congreso a donde Petro y su vicepresidenta llegaron por caminos aparte.
De fondo, quedó visible un divorcio que llevó a Márquez a alzar la mano y, con corte al 7 de agosto –cuando cumplió sus tres años de gestión–, presentó por su cuenta un voluminoso informe de 116 páginas en el que quiso poner de presente su trabajo desde el Gobierno Nacional.
“Ya sé cómo funciona el Estado, cómo se mueve la inversión, cómo actúa la oposición. Ha sido un aprendizaje importante (...) Antes de llegar a la Vicepresidencia yo no sabía que había helicópteros, que había aviones, que el Estado tenía todo eso, yo no sabía nada de eso”, destacó la vicepresidenta en la entrevista.
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