Existen numerosos relatos sobre cómo el comportamiento de una persona cambia días o incluso horas antes de su muerte. Mientras algunas se aíslan de sus seres queridos, duermen más, hablan menos y pierden el apetito, otras, por el contrario, parecen recuperar su energía: sonríen, se muestran más vitales, e incluso recuperan el brillo en sus ojos. Casualidad o realidad cada quien interpreta su vivencia y desde la religión, los canalizadores de energía y la sicología todos tienen una respuesta.
Para los canalizadores como si se tratara de un mensaje inconsciente, estas señales suelen ser interpretadas demasiado tarde.
Son muchas las personas que han presenciado cómo un ser querido, o un paciente, experimenta lo que algunos llaman “lucidez terminal”. Se trata de una aparente mejoría que ocurre momentos antes de morir: el apetito regresa, la energía se eleva y la mente parece despejarse.
Existen incluso casos de pacientes con Alzheimer que, al manifestar esta lucidez, se comunican mejor, recuperan algo de su autonomía y muestran rasgos de la persona que fueron antes de la enfermedad. Algunas teorías sugieren que, cuando el cuerpo percibe la proximidad de la muerte, libera una última carga de energía en un intento desesperado por recuperarse. Esta efímera mejoría, sin embargo, no es una señal de sanación, sino el preludio de un final inminente.
Disminución de conciencia
Contraria a la lucidez terminal, la disminución de la conciencia es un proceso en el que la persona comienza a “apagarse” poco a poco. En estos casos, se manifiesta una creciente fatiga, mayor cantidad de sueño, menos interacción verbal, pérdida de apetito y un evidente distanciamiento del entorno y de los seres queridos.
Es como si la energía vital se fuera desvaneciendo, llevándose consigo a la persona.
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Los cambios repentinos en la actitud de una persona suelen ser señales de alerta. Son muchos los casos de quienes, antes de morir, resuelven conflictos, llaman a personas con quienes no hablaban desde hace tiempo, escriben mensajes emotivos, regalan objetos valiosos o, sin saberlo, se despiden de manera sutil.
Cuando alguien se despide con más frecuencia de lo normal, o de una forma inusual, podría estar anunciando, inconscientemente, su partida. Y es que para morir no se requiere estar enfermo ni ser anciano: basta con estar vivo.
La muerte ronda en cada esquina, y hay quienes, sin saberlo, sienten que ha llegado su turno y se despiden con anticipación.
Cruzar el túnel
Ayda Luz Valencia, canalizadora de energía, nos habla sobre este fenómeno desde su experiencia: “Cuando una persona va a morir, a veces siente o presiente que algo está por terminar, aunque esto solo le ocurre a un número muy pequeño de personas. Hay un misterio que aún no se ha podido descifrar sobre cómo sucede esto”, dice.
Algunas personas, -agrega- sin pensar en la muerte o sin tener síntomas, comienzan a actuar de forma diferente. “También sucede que, en los últimos momentos, a nivel energético, algunas personas manifiestan que ven cerca a familiares, amigos o seres queridos que ya han fallecido. Para mí, ese fenómeno significa que ellos vienen a ayudar a quien está agonizante, a cruzar ese túnel. Son como angelitos de la guarda que se presentan con la apariencia de aquellos en quienes confiamos, para guiarnos en ese primer paso hacia la muerte”, concluye.
Desde la religión
El padre Antonio Caballero, vicario parroquial de la Catedral de San José de Cúcuta, considera que este tipo de situaciones podría tratarse de solo coincidencias y prefiere dejarle esas predicciones solo a los grandes santos, quienes pudieran haber vaticinado su muerte, algo entendido por teóricos religiosos como dones especiales concedidos por Dios, no como capacidades humanas ordinarias.
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“Lo que uno entiende es que siempre hay que estar preparado para la muerte porque no hay garantía. No hay día, fecha ni hora. Nosotros debemos estar preparados todos los días para la muerte. Es una frase de cajón, pero es verdad, es una realidad”, dice.
Señala que recientemente con la muerte del papá Francisco, se viralizó el momento en que supuestamente presintió su muerte y se despidió de su perro, cuando en realidad él nunca tuvo una mascota. Situación que ayuda a aumentar las expectativas sobre este tema, pero al mismo tiempo desinforma.
“El papa no sabía que se iba a morir. Lo que sí se evidenció desde que él salió del hospital es que estaba muy mal malito (…)”, dice.
Otro aspecto
Desde la psicología, no hay evidencia concluyente de que las personas puedan "presentir" su propia muerte de manera sobrenatural o extrasensorial. Sin embargo, hay varios aspectos desde los cuales se puede analizar este tema.
Personas con enfermedades graves o terminales a veces saben o sienten que su estado está empeorando, incluso antes de que los signos clínicos sean evidentes para los demás. Esto puede deberse a una consciencia corporal aumentada, no a una percepción paranormal.
Estudios sobre cuidados paliativos y el proceso de morir muestran que muchas personas experimentan un cambio de actitud o una aceptación profunda poco antes de morir. Algunas describen una sensación de “estar cerca del final”, pero esto puede estar influido por factores emocionales, cognitivos o espirituales.
Cuando alguien muere poco después de haber dicho algo como “siento que no estaré aquí por mucho tiempo”, las personas tienden a recordar y dar significado especial a esas palabras, reforzando la idea del “presentimiento”.
Algunos reportes anecdóticos describen sueños premonitorios o simbólicos antes de la muerte. Desde la psicología, estos sueños se interpretan más como una expresión del inconsciente que como predicciones literales.
“La psicología no respalda la idea de que las personas puedan presenciar la muerte de forma paranormal, pero sí reconoce que hay procesos emocionales, fisiológicos y cognitivos complejos que pueden hacer que alguien tenga una sensación real de que se acerca el final”, concluyen algunos análisis desde la sicología.
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