Un total de 345 hectáreas conforman el Banco de Hábitat Bosque Niebla – El Globo, que tuvo ayer su lanzamiento oficial y se convierte en el segundo en el país y Latinoamérica, junto al ubicado en San Martín, Meta, conformado por 601 hectáreas.
Con el registro de esta reserva como Banco de Hábitat, ubicado en el municipio de Támesis, se garantiza que por lo menos por los próximos 30 años este lugar será el refugio de animales como el oso de anteojos, el loro orejiamarillo y el águila crestada, y para especies de flora como las palmas de cera y la macana.
Estos bancos permiten a las empresas y organizaciones hacer inversiones para la conservación de ecosistemas a través de la compra de créditos de biodiversidad, con los que podrán dar cumplimiento a sus inversiones y compensaciones ambientales, tanto obligatorias como voluntarias.
Este Banco de Hábitat resguardará, además, a 294 especies de aves, ocho de anfibios, 24 de reptiles, 12 de peces óseos, 29 especies de mariposas y diferentes tipos de mamíferos. Con estas características, es un potencial espacio para la conservación, la investigación y el aviturismo.
Según señaló Mariana Sarmiento, gerente general y fundadora de Terrasos, gestora del proyecto, “este es un logro muy representativo teniendo en cuenta que de esta manera empiezan a multiplicarse los bancos de Hábitat que resguardarán a largo plazo la biodiversidad Colombiana. Hemos constituido, con la aprobación del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, dos Bancos de Hábitat en Colombia. La meta es configurar más de 5.000 hectáreas en los próximos dos años”.
El Banco está ubicado en un área con 14 quebradas que alimentan al Río Frío, una de las principales fuentes hídricas de la Provincia Cartama, indispensable para el desarrollo agropecuario regional.
Trabajo conjunto
Olga Zapata, subdirectora de Corantioquia, señaló que este proyecto “es un ejemplo de que el trabajo conjunto entre autoridades, sociedad civil, empresa privada y academia, hacen un equipo fundamental cuando se trata de la conservación de nuestros recursos, no solo para beneficio de nuestros ecosistemas y quienes los habitan, sino también para las comunidades cercanas que garantizan el abastecimiento de agua y aire limpio para esta y las futuras generaciones”.
La figura de créditos de biodiversidad alcanza en el mundo un mercado que asciende a US$8 billones. En Colombia está despegando con estos los bancos en el Meta y Antioquia, y se suma a los bonos de carbono como los mecanismos de las empresas para garantizar sus obligaciones de compensación ambiental, de una forma medible y, además de las retribuciones al medio ambiente, ayudan a fortalecer las economías rurales.
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