El ingenio y la agilidad para delinquir oculto en la cárcel, con un celular como arma, son las principales características de algunos presos que extorsionan a diario en buscan de su ‘presa’.
La modalidad conocida por las autoridades como la extorsión de falso servicio, consiste en la contratación de diferentes ofertas, especialmente hacia la zona rural, donde la complejidad de estos lugares por cobertura telefónica y la soledad que los caracteriza, juegan un papel fundamental para complementar la extorsión.
La población más vulnerable para este tipo de delito son los domiciliarios en Cúcuta y el área metropolitana, los pequeños comerciantes y taxistas, entre otros, que están a la espera de cualquier negocio esporádico.
“Se ganan la confianza (los extorsionistas) aparentando necesitar el servicio y ofrecen buen dinero por su pago. Les piden a las víctimas que se trasladen a zonas rurales o apartadas del casco urbano para iniciar la extorsión”, dijo una fuente judicial del Grupo de Acción Unificada para la Libertad Personal (Gaula).
Según se conoció, los delincuentes mantienen contacto con la víctima y poco a poco indagan información importante para posteriormente utilizarla en la intimidación, como el tipo de vehículo en el que se movilizaba, si va solo o acompañado, entre otras.
Cuando el extorsionista se percata de que su ‘presa’ está en un lugar indicado, le advierte que no existe ningún contrato y que, por el contrario, se trata de un secuestro y que está vigilada por un francotirador desde una montaña. Por ello, debe parar la marcha y recibir instrucciones.
“En ese momento, el delincuente se identifica como comandante de un grupo armado ilegal reconocido en la zona como Pelusos, Rastrojos, disidencia de las Farc, Ejército de Liberación Nacional (Eln), para generar temor y le dice a la víctima que no puede moverse, o de inmediato será blanco del francotirador”, explicó la fuente.
Posterior a la intimidación, el extorsionista exige que la víctima le entregue un contacto de un familiar o, en caso de ser un empleado, de su jefe directo, con el fin de llamar y exigir dinero bajo el argumento de que la persona está secuestrada.
En la mayoría de los casos los delincuentes entrelazan las llamadas obligando a la víctima que no cuelgue la misma línea, para así demostrarle al contacto que la persona indicada sí está aparentemente en su poder.
Las exigencias iniciales oscilan entre 10, 15 y 20 millones de pesos, con la intención de que las víctimas ofrezcan la cantidad de dinero a su alcance y así acuerdan la extorsión.
“Ellos (delincuentes) piden que la consignación siempre se haga en un lapso de media hora y las personas intimidadas, acceden a consignar el dinero”, explicó el investigador.
Las cifras
En lo corrido de este año, el grupo Gaula de la Policía ha recibido tres denuncias de extorsión de esta modalidad, en comparación con nueve que se registraron el año pasado.
El Gaula le pidió a la comunidad que, en caso de ser víctimas de estos hechos, se comunique de inmediato a la línea 165 para alertar a los uniformados sobre lo que está ocurriendo. También recomendó a domiciliarios y taxistas que verifiquen que la dirección que les entreguen exista y mantener un identificador y grabador de llamadas.