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Cosechas perdidas, vidas salvadas: Los relatos de los sobrevivientes en San José de Castro
Algunos se salvaron porque lograron salir a tiempo de sus casas, otros estaban de paseo y unos más habían salido a rezar el Rosario.
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Deicy Sifontes
Deicy Sifontes
Categoría nota
Lunes, 10 de Junio de 2024

Hoy se cumple una semana desde que más de 13 familias del corregimiento de San José de Castro en el municipio de Arboledas lo perdieron todo.

Días en los que sus habitantes se han estado preguntando cómo fue que el río Arboledas en cuestión de minutos desató su furia y los dejó en la calle e incomunicados. 


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Aún sin respuestas claras frente a ese interrogante hay algo que sí saben con certeza y es que estar vivos en un verdadero milagro, la vida les dio una segunda oportunidad.

En esta segunda entrega, La Opinión le cuenta cómo se salvaron algunos habitantes de esta zona y lo que los mantiene aún con fe y esperanza en medio de la tristeza y la desolación. 


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Cuando llegó no encontró nada

“El lunes como era festivo nos fuimos para un paseo a Salazar y aquí había quedado mi sobrino con los dos niños menores de él y mi mamá que tiene 90 años y un hijo discapacitado, pero cuando nos devolvimos ya no había paso para Castro, nos tocó quedarnos en Arboledas y al otro día cuando pudimos pasar y llegamos, ya estaba todo acabado, me quedé con lo que traía puesto”, detalló la señora Gloria García de Gelves mientras sus ojos se cristalizaban. 


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Aunque lo perdieron todo, Gloria agradece a Dios que su familia esté con vida, en especial su mamá quien, según lo que le contaron los vecinos y demás familiares, se negaba a salir de la casa. 

“Mi mamita está mal porque me dice a cada rato que la baje para acá, pero no podemos y esto es difícil porque toda la vida trabajando para sacarlos adelante, mi hijo tiene 41 años y es discapacitado, entonces ha sido complicadito, pero nos toca luchar otra vez y volver a salir adelante”, contó. 


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Perdió sus cultivos de café 

Henry Gildardo Vega Estupiñán estaba fuera de su vivienda ubicada en la vereda Peñitas del corregimiento San José de Castro cuando ocurrió la tragedia. 


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Él y su familia no perdieron sus viviendas, pero la avalancha arrasó con 3 mil matas de café que había sembrado recientemente en la finca de su papá, quedando con una deuda de $10 millones, el préstamo que habían solicitado al Banco Agrario para sacar adelante su proyecto. 

“Lamentablemente se perdió toda la siembra de café y más cultivos, solo se me salvaron las matas de caña que estaban más arriba y para esas también había sacado un préstamo de $5 millones, ya estuve hablando con el banco para ver cómo nos colaboran, pero hay que empezar de cero”, contó Henry. 

Henry señala que las pérdidas alcanzan los $30 millones de pesos, destacando que ahora solo queda esperar que la entidad bancaria pueda darle más plazo para pagar el préstamo, pues en la zona de cultivo ahora solo queda barro y arena. 


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“Uno hace todo con esfuerzo, pero hay que darle gracias a Dios que no nos pasó nada y que no perdimos todo como esa gente de abajo, porque Dios mío, eso si da una tristeza muy grande, por ahora nos toca defendernos como podamos”, agregó Henry. 

 

Perdió sus ahorros 

José David García no estaba en su casa cuando ocurrió la emergencia, pero le alcanzaron a avisar lo que se avecinaba, sin embargo, cuando llegó a la vereda Peñitas, de su hogar solo quedaban algunas partes. 


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“Yo me vine rápido y la tierra temblaba, eso fue terrible y bastante duro, porque se nos fueron los cerdos, las gallinas, las camas, la cocina, es bastante triste”, contó el señor José mientras se encontraba en una esquina de lo que antes fue su sala. 

Para José, lo más difícil ha sido perder parte de los ahorros que tenía guardados en su vivienda, precisando que aún le sigue siendo difícil asimilar que de la noche a la mañana ya no tiene nada.


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“Gracias a Dios que no perdimos ningún familiar, porque el río bajó cargado y de alguna forma pues lo material algún día se recuperará, porque es muy difícil vivir esperando que nos den ayudas cuando ya estábamos acostumbrados a tener nuestras propias cositas”, comentó. 

 

El río los volvió a sorprender 

Álvaro Lizcano Villamizar y sus hijas viven en la vereda de Puente Hamaca, donde en el 2010, las lluvias también generaron emergencias, pero nunca imaginaron que en un lunes que parecía ser un día normal, volverían a sentir los estragos del río Arboledas, esta vez con graves afectaciones en sus viviendas.


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La situación más difícil la vive el señor Álvaro, pues la avalancha del río Arboledas acabó con parte de su vivienda y él se encuentra en silla de ruedas, por lo que sus hijas han tenido que doblar esfuerzos para atender cada una de las necesidades de su padre.

“Nosotros tenemos graves afectaciones, lo que más nos urge es un baño para mi papá, así sea provisional, porque el que tenemos en la casa está en un sótano y no está apto para él”, dijo Geraldine Lizcano. 

La familia Lizcano señaló que con la ola invernal del 2010 quedaron afectados, por lo que esperan que, en esta ocasión, la administración municipal pueda reubicarlos, pues temen que pueda ocurrir otra avenida torrencial y ocasionar más daños.


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"Gracias a Dios eso no fue en la noche"

Crecensiano Padilla Urbina estaba en su vivienda, cuando sintió que el río comenzó a “bramar” y decidió salir a ver qué sucedía. 


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En compañía de sus vecinos tuvo que observar que la furia de la creciente les arrebataba todo. De la tienda que con tanto esfuerzo había montado para vender una que otra cosa, no quedó nada. 

“Gracias a Dios que eso fue en el día, en lo claro, porque si eso hubiese sido en la noche, se habían perdido vidas humanas y ahí sí la tragedia fuera peor”, dijo don Crecensiano mientras no dejaba de mirar lo que un día fue su hogar. 

Lo único que pudieron rescatar junto con su esposa fue algunos cerdos que tenían en la casa, ya que, aunque intentaron sacar más cosas, el río Arboledas llegó sin avisar y debían elegir: salvar su vida o las pertenencias. 


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“Nosotros tenemos una finquita, pero la cosecha es cada año y de allá era que traíamos algunas cositas para vender acá, entonces nos quedó eso de sustento, toca ver cómo salimos delante de nuevo, porque la casa quedó inhabitable”, mencionó don Crecensiano. 

 

“Nos da miedo de que Castro pueda desaparecer”

Jhonathan Jaimes Gelves estaba afuera de su vivienda y como de costumbre arreglando algunas motos en su taller, cuando escuchó que el río bajaba con fuerza, por lo que, como pudo trató de sacar todas las herramientas y varias cosas más, sin imaginar que sus vecinos y él quedarían sin nada en cuestión de minutos. 


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“Acá en Castro hay mucha humedad, pero nunca pensamos que esto iba a pasar, porque mi esposa estuvo hasta grabando el río en la primera casa que se fue toda, o sea que si se queda unos 10 minutos más, el río se la pudo haber llevado”, contó Jhonathan. 

Su familia perdió un galpón con más de 30 gallinas y hoy, de su casa, solo quedan los recuerdos, pues las paredes de los cuartos, cocina y baños se agrietaron y vivir allí es imposible. 

“Necesitamos que metan maquinaria y desvíen el río y se pueda hacer un muro, porque no queremos repetir esto tan feo”, añadió.


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Se niega a dejar su vivienda 

La señora Teresa Caicedo Rodríguez perdió parte de su vivienda, pero se niega a abandonarla. Sus hijos y su esposo creen que el río ya no tiene nada más que llevarse. 

El lunes cuando ocurrió la emergencia, a ella no le llegó el mensaje de alerta porque ya se había ido la luz y tenía el celular descargado. Cuando escucharon el sonido fuerte del río, imaginaron que lo que bajaba era una volqueta y no una avalancha. 


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“Estábamos en la salita molestando cuando sentimos que todo temblaba y yo lo que le dije a los chinos fue que sacáramos lo que pudiéramos y salimos, el río se nos llevó el baño y la cocina”, contó Teresa. 

Aunque su casa se encuentra en zona de alto riesgo, Teresa y su familia señalan que no se irán, pues no quieren perder lo poco que les queda, ya que guardan la esperanza de que el río calme su furia y de que los buenos corazones les ayuden a reconstruir su vivienda. 


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El rezo del Rosario la salvó

Carmen Cecilia Ardila lleva casi 50 años viviendo en San José de Castro y nunca había presenciado una emergencia como la ocurrida el pasado 3 de junio, la cual la dejó a ella y a su esposo prácticamente en la calle, pues su casa, aunque no se cayó, sí se agrietó y ya es inhabitable. 


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Ese día, Carmen planeaba bajar algunos mangos de los palos que adornaban su patio, pero el campanazo de la iglesia para rezar el Rosario la salvó. 

“Donde yo no me vaya a rezar y me quede bajando los mangos en el borde del patio, de repente no estaría acá, porque esto es un milagro, el río se llevó todo, hasta unos palitos de limón que tenía y unas gallinas”, comentó la señora Carmen quien, en medio de su perdida siempre se mostró sonriente. 

Además, Carmen recordó que sus vecinos también se salvaron de no ser arrastrados por el río, pues muchos, al momento de escuchar el estruendo del río y de saber que ya se habían caído algunos puentes hamaca, estuvieron sobre la carretera que el afluente destruyó y que hoy los mantiene incomunicados con varias veredas. “Dios le da a uno y le quita y esta fue su voluntad”. 


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Ayudas

Aunque la administración municipal ha estado asistiendo a las familias afectadas en San José de Castro, estas personas también están necesitando de los buenos corazones que quieran aportar su granito de arena, para seguir adelante. 

Los afectados necesitan ropa, zapatos, uniformes para los más pequeños, cocinetas, colchonetas, cobijas, alimentos no perecederos y útiles de aseo. 


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Quienes deseen aportar lo pueden hacer  a través de la Alcaldía de Arboledas. 

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