"Eduardo Cote Lamus venía acostado, en el puesto de atrás del carro, en posición fetal. Dormía y cuando estábamos a punto de llegar al corregimiento La Garita despertó y empezó a recitar el fragmento de la poesía de Jorge Gaitán 'Hasta que llegue la muerte'. Creo que 30 segundos antes de chocar contra el árbol decidí subir el vidrio, y tal vez eso me salvó. Me recosté, estiré las piernas, le pasé el brazo a mi mujer que estaba embarazada y me quedé dormido. Cuando desperté, al otro día, me encontraba en el hospital San Juan de Dios".
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Así recordó Silvio Enrique Ramírez Villamizar los últimos momentos que pasó con el poeta y gobernador en 1962. En el 2004 aceptó regresar a La Garita y reconstruir ese amargo episodio que interrumpió, de manera abrupta, el amanecer en ese sector del municipio Los Patios.
El economista Silvio Ramírez Villamizar y dedicado al comercio en ese entonces llegó hasta La Garita, 40 años después, para reconstruir esas horas que antecedieron el fatal accidente de esa madrugada del lunes 3 de agosto de 1964. Incluso aceptó recorrer las curvas de la carretera que dan acceso al puente de La Garita. Segundo a segundo fue recordando. Él era muy cercano al también secretario de Educación departamental, Representante a la Cámara y Senador, Cote Lamus.
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Recuerda que el sábado el gobernador Eduardo Cote Lamus visitó, en una correría, a Silos y Mutiscua y el domingo, de bajada, se quedó en Pamplona para bautizar a su sobrina Nidia Rincón, quien después fue profesora de la Universidad Libre.
"A las 5:00 de la tarde, en la iglesia de El Carmen, fue la ceremonia. La fiestecita fue netamente familiar. Cote Lamus estuvo alegre, bailó incluso un pasodoble con la muchacha del servicio. Yo tenía siete meses de casado y no sentía ganas de tomar ni de fumar, eso que me considero un empedernido fumador. Ni siquiera me tomé la champaña, solo me comí la torta. De pronto, era como un instinto de conservación".
"El conductor asignado para la correría fue Ramiro Acevedo, quien soportó trasnochos, estaba cansado y muy seguramente hasta mal comido. Siempre estuvo atento a las órdenes del gobernador. Nunca se fue a descansar. Entonces faltando más o menos un cuarto para la 1:00 de la madrugada emprendimos el viaje de retorno. Mi esposa Ana Cecilia y yo veníamos en el puesto de atrás, era de esos carros con una sola silla, larga. Bajando la carretera, a la altura donde quedaba Radio Pamplona, Eduardo pidió que parara. Se bajó a orinar y aprovechamos para pasarnos al puesto de adelante. El Gobernador entró y se acostó , en posición fetal, en la parte de atrás y nos vinimos. Hacía mucho frío y todo estaba oscuro. Cote Lamus venía recitando fragmentos de poesías a de Jorge Gaitán.
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En una de las curvas, muy cerca a La Garita, el carro se fue derecho, pero el chofer pudo agarrar nuevamente la dirección, es un trayecto que le llaman 'La serpiente' por la cantidad de ondas. La carretera no era destapada, sino angosta".
"Cote Lamus venía recitando, en medio de su cansancio y embriaguez: Y sí llegare de golpe, amigo mío, y si llegara. Y encontrara que en la balanza inexorable/ No tuviera más peso que el vacío desesperado/ Ni más libre que mi soledad inexpugnable/ Ni más grito que mi canto y mi dolor. Ese era un fragmento de ‘Hasta que llegue la muerte’. "Muerte, maldita muerte", eso fue lo último que exclamó, faltando unos 20 minutos para encontrar la muerte, en ese fatídico accidente.
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Faltando 30 segundos, exactamente, para llegar al árbol de guásimo, que uno pasa del frío al calor y siente modorra, decidí subir el vidrio, y tal vez por eso me salvé. Me recosté, estiré las piernas, le pasé el brazo a mi mujer y me quedé dormido y cuando me desperté, al otro día, me encontraba en el hospital San Juan de Dios. Me quedé con una pierna de platino, porque en ese tiempo no había fisioterapia ni ortopedista. Jesús Villamizar y Jorge Cristo fueron los que me atendieron esa madrugada del 3 de agosto", dijo Ramírez Villamizar.
Silvio Ramírez no asistió al sepelio. Lo incapacitaron durante seis meses. Se enteró, de los pormenores del accidente y del sepelio por medio de los periódicos y la radio. El cuerpo de Cote Lamus permaneció en cámara ardiente en el palacio de la Gobernación y después fue trasladado a Pamplona, porque su esposa, la española Alicia Baraibar, hizo cumplir su voluntad: "Cuando yo me muera quiero que me entierren en Pamplona" . Y según se consigna en la prensa, en alguna oportunidad le comentó que moriría joven y en un accidente. Cote Lamus tenía 36 años de edad y pereció en ese choque donde quedó atrapado en la parte trasera del carro de la Gobernación.
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La despedida fue indescriptible. Desde las 11:00 de la mañana la gente se tomó las calles. En la Catedral San José, el obispo de la Diócesis de Ocaña, monseñor Rafael Sarmiento Peralta, ofició una solemne misa. El obispo de Cúcuta, monseñor Pablo Correa León se encontraba en Bogotá y se regresó para asistir al entierro. Ocho discursos se pronunciaron al momento de darle cristiana sepultura en Pamplona, entre ellos el del Ministro de Gobierno, Aurelio Camacho Rueda. Se decretaron tres días de duelo y el presidente Guillermo León Valencia envió un mensaje de condolencias a su familia
Eduardo Cote Lamus terminó Derecho en la Universidad Javeriana de Bogotá. Fue diplomado en Filología Hispánica en la Universidad de Salamanca, España, país donde ganó en 1950 el premio de poesía 'A la joven literatura' por su libro Salvación del recuerdo.
En 1954 fue nombrado Cónsul Auxiliar de Colombia en Frankfurt, Alemania, donde vivió tres años y aprovechó para estudiar Filosofía y publicar su tercer libro de poemas 'Los sueños'.
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Acompañó a Leonor Duplat Sanjuan, quien se convirtió en Señorita Colombia el 12 de noviembre de 1963. Allá en Cartagena pronunció un discurso. "El viento suena, suena el viento. Cartagena navega tierra y agua y fuego y mar adentro. Saltan ocultas conchas desde el agua. El golpe de las olas pule las arenas y los acantilados. Una bandada de palme- ras aparece en lontananza y por en medio de la naturaleza, crecen las murallas, se tornan gigantes las fortalezas de mil ojos y los galeones se toman por asalto el agua. El oleaje del cielo es azul y se hace sombra para descansar como el pecho de un negro".
Silvio Ramírez estrechó la mano de Joaquín Herrera, 40 años después del accidente, en señal de gracias por haberlo rescatado de las retorcidas latas del Chevrolet negro.
Su amistad con Cote Lamus empezó en Pamplona, de donde es oriundo, y a pesar de las discrepancias política (un radical liberal) primaba la amistad. Por eso lo nombró inspector de obras públicas y le había prometido convertirlo oficialmente en su secretario privado, aunque en la práctica lo era. Un día antes del accidente le reveló que el presidente Guillermo León Valencia le había dicho que era inminente su nombramiento como Ministro de Educación y "me dijo que también me iría con él para Bogotá". Pero la muerte se interpuso, esa madrugada del 3 de agosto de 1964 y los sueños de Cote Lamus también se sepultaron.
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