El silencio sobre el atentado a Miguel Uribe se ha ido rompiendo poco a poco, no por las autoridades, sino por los actores involucrados o señalados. Esta vez fue alias Iván Mordisco, jefe del Estado Mayor Central de las disidencias de las Farc, quien desde la clandestinidad negó cualquier responsabilidad en el ataque perpetrado en Bogotá el pasado 7 de junio, cuando un sicario menor de edad disparó contra el político en el parque El Golfito, en Fontibón.

En un comunicado difundido por canales afines al grupo armado, ‘Mordisco’ asegura que no planificaron ni ejecutaron ninguna acción contra Uribe. “Rechazamos tajantemente estas acusaciones infundadas. Las unidades de las Farc-EP no tuvieron, ni tienen, relación alguna con este hecho. Este señalamiento busca desviar la atención y ganar votos con el miedo”, señala el documento.

La respuesta llega luego de que la periodista y ahora candidata Vicky Dávila mencionara que una fuente de inteligencia militar había atribuido el atentado directamente al jefe guerrillero, acusación que se esparció rápidamente por redes sociales y algunos medios sin confirmación oficial. El cruce entre versiones ha generado una intensa discusión sobre la credibilidad de las fuentes, el manejo político de la información y la manera en que se construyen enemigos en medio de la contienda electoral.

¿Cómo fue el atentado contra Miguel Uribe?

El viernes 7 de junio, Miguel Uribe se encontraba participando en una actividad pública cuando fue atacado a quemarropa por un adolescente armado con una pistola Glock 9 mm. El joven, de entre 14 y 15 años, fue capturado en el lugar de los hechos y está siendo procesado por tentativa de homicidio, porte ilegal de armas y uso de menores en la comisión de delitos.

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De acuerdo con las autoridades, el menor no actuó solo. La Fiscalía General de la Nación imputó cargos también contra Carlos Eduardo Mora González, quien habría participado en la planeación del crimen. La procedencia del arma, registrada como comprada legalmente en el estado de Arizona (EE.UU.) en 2020 e ingresada al país desde Florida, añade un elemento internacional al caso que ahora involucra también a agencias estadounidenses.

El senador permanece en estado crítico, aunque con signos de recuperación, y su familia ha sido enfática en exigir resultados rápidos y veraces. “Esto no fue un caso aislado ni un crimen de oportunidad. Hay una estructura detrás de esto que quiere silenciar una voz política”, dijo en días pasados su esposa, la exministra María Paula Correa.

El caso ha tenido una respuesta contundente desde el Estado. El presidente Gustavo Petro ofreció una recompensa de hasta 3.000 millones de pesos por información que conduzca a los responsables intelectuales del ataque, mientras que la Fiscalía ha entrevistado a más de 20 personas y analizado cerca de 1.000 videos de cámaras de seguridad en los alrededores del parque y rutas aledañas.

En paralelo, se investiga si hubo fallas en el esquema de seguridad de Uribe, e incluso se ha puesto bajo revisión el papel de algunos miembros de su escolta. La Fiscalía Penal Militar fue activada para esclarecer si existieron omisiones deliberadas o infiltraciones en el dispositivo de protección.

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El incómodo mensaje de Iván Mordisco

La negación de ‘Mordisco’ deja al descubierto una fisura incómoda. Si no fue él ni sus hombres, ¿quién está detrás del ataque? ¿Estamos frente a una acción ejecutada por una red urbana de sicariato independiente o, por el contrario, fue una orden emitida desde algún interés político o criminal aún no identificado?

Expertos en seguridad coinciden en que el caso puede estar relacionado con mafias de sicariato que ofrecen sus servicios al mejor postor. “En Bogotá, como en muchas ciudades del país, hay redes especializadas en estos trabajos. El uso de menores es un patrón conocido para tratar de obtener penas menores y evadir el foco de las investigaciones”, señala el criminólogo Ricardo Mejía.

Pero también existe un componente político ineludible. Miguel Uribe Turbay ha sido una de las voces más críticas del Gobierno Petro, y el atentado ocurrió en un momento de alta polarización electoral, con campañas en marcha para alcaldías y gobernaciones, y un Congreso en tensión por reformas clave. El intento de asesinato no solo impactó a la opinión pública, sino que desató una ola de solidaridad entre diversos sectores políticos.

La sola mención del nombre ‘Iván Mordisco’ activa recuerdos oscuros del conflicto armado. Su figura representa una de las principales disidencias de las Farc que se apartó del proceso de paz y ha mantenido presencia activa en varias zonas del país. Para algunos sectores, atribuirle el atentado sin pruebas era un paso fácil para criminalizar al opositor de turno. Para otros, una hipótesis verosímil en un país donde las amenazas políticas suelen materializarse en ataques violentos.

En todo caso, el comunicado de Mordisco, lejos de calmar las aguas, las agita aún más. “No se trata solo de quién disparó, sino de quién ordenó y con qué propósito. Eso es lo que aún no sabemos”, afirma la analista política María Fernanda Ortega.

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