Pero este último foco de contagio es importante en términos de extensión geográfica ya que abarca más de una docena de provincias y también Pekín, la capital, que el domingo instó a sus habitantes a que no salgan de la ciudad salvo por razón de fuerza mayor.
Ante el riesgo de una reactivación de la epidemia, el gobierno recurre al arsenal de medidas radicales que utilizó a comienzos de 2020: confinamiento, limitación de los desplazamientos, testeo masivo.
Este martes, China anunció 61 contagios locales, con un brote de la variante delta, de rápida propagación, que alcanzó a decenas de ciudades luego de una serie de infecciones entre trabajadores del aeropuerto de Nanjing (este).
La población de esta ciudad de nueve millones de habitantes ya fue testeada en dos ocasiones y actualmente hay una tercera campaña en curso.
La ciudad oriental de Yangzhou, de 1,3 millones de habitantes, cerca de Nanjing, ordenó a sus residentes permanecer en casa luego de que se detectaran 40 nuevos contagios en un día.
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Sólo una persona por hogar puede salir una vez al día para hacer las compras.
El anuncio se produjo luego de que la localidad turística de Zhangjiajie, en la provincia central de Hunan, así como la vecina Zhuzhou, emitiera órdenes similares en los últimos días que afectan a más de dos millones de personas en conjunto.
Las autoridades admitieron que entre las personas contagiadas hay muchas que habían sido vacunadas, lo que genera temores sobre la eficacia de las vacunas chinas, las únicas disponibles en el gigante asiático.
Desde el año pasado, China distribuyó más de 1.650 millones de dosis de vacuna contra el COVID-19.
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