Sebastián Silva Melo, apodado Sebastián Yatra, creyó que huir del asentamiento humano Nueva Ilusión y quemar sus vestimentas cubiertas de sangre, después de presuntamente asesinar y robar a el Paisa, un hombre de 64 años, dentro de su casa, lo libraría de ser capturado por la Policía.

Unidades de la Seccional de Investigación Criminal (Sijín) de la Policía Metropolitana de Cúcuta, en conjunto con el Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) de la Fiscalía, lo interceptaron en plena vía pública del barrio La Riviera, mientras transitaba por la calle 10A con avenida 3E por homicidio agravado.

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La investigación

Durante tres días los investigadores se encargaron de armar el rompecabezas que rondaba la muerte de Ramiro Antonio Pinzón, el pasado 15 de octubre, pues, tan pronto se supo del ataque, empezaron a recopilar todo el material probatorio que incluía declaraciones, reconocimientos y horas de video que permitiera este importante resultado.

Y no era para menos, el lugar en el que hallaron el cadáver, era un río de sangre. Aquel rojo carmesí fue dejado en las paredes, rejas y pisos de la casa, por lo que los interrogantes sobre qué había sucedido exactamente en aquella casa, no se hicieron esperar.

Entre los elementos claves de esta investigación, esta que por coincidencia, 20 minutos antes del asesinato, el presunto agresor fue requerido por una patrulla policial para requisarlo.  

“Cuando los uniformados le realizaron el registro a persona, no le encontraron bajo su poder ningún elemento incriminatorio. El hombre se había encargado de ocultar el arma cerca al lugar de los hechos y después de que los policías se marcharon, él ejecutó su ataque. Sin embargo esta acción fue importante en la investigación”, señaló una fuente policial.

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Su nombre quedó gravado en los sistemas y el hecho de que la comunidad manifestara que el hombre había desaparecido del vecindario después del hecho, lo vinculaban cada vez más al homicidio, pues era una persona muy conocida por los residentes.

Sin embargo, la prueba reina que lo responsabilizó del hecho, fue su ADN, pues su sangre se encontró en diferentes partes de la casa.

‘El tiro por la culata’

Según se conoció, Sebastián, quien sería el autor material e intelectual del hecho, vivía a una cuadra y media de su víctima y, por casi un año, se habría sentado muy cerca del establecimiento de videojuegos que tenía Pinzón Pérez para acecharlo.

Silva Melo paulatinamente se encargó de ganarse la confianza de el Paisa, quien, según sus vecinos, “únicamente dejaba ingresar en las mañanas a su negocio a personas de confianza”.

Aunque su objetivo inicial era cometer un robo y luego marcharse, todo se salió de control aquel día, cuando Ramiro opuso resistencia y terminó siendo ultimado con más de 20 puñaladas, no sin antes también causarles graves heridas en las manos a su atacante, quien dejó sus huellas y sangre en toda la escena del crimen.

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“Cuando él planeó el robo pensó que iba por una suma inmensa de dinero, pero resultó que la víctima no tenía ni siquiera un terció de eso”, agregó la fuente policial.

Lo anterior, corroboraría las declaraciones de los vecinos el día del hecho, quienes mencionaron que el hombre tenía un cofre en el cual guardaba el dinero con el que sus clientes le pagaban.

“El Paisa tenía un cofrecito donde guardaba la plata y tal vez lo robaron por eso, porque se veía mucho dinero, pero él nos dijo una vez que la mayoría eran bolívares”, dijeron.

El crimen

El hecho de sangre se dio a las 11:50 a.m., cuando Silva Melo, llegó hasta la casa de el Paisa en la manzana T, Lote 6 de este sector de la Comuna 8 de Cúcuta.

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Al parecer, el hombre le manifestó a su vecino que quería ingresar a jugar videojuegos, pero todo era una mentira, pues cuando ingresó y logró adentrarse a la residencia, intimidó a Ramiro Pinzón con un arma cortopunzante para que le entregara su dinero.

Sin embargo, este opuso resistencia y se enfrentó a su agresor a quien, presuntamente le habría quitado el arma y causarle algunas heridas, pero durante el forcejeo-según fuentes policiales- habría caído al piso, dándole cabida a Sebastián para atacarlo nuevamente, quien lo apuñaló hasta matarlo.

Cuando el agresor se percató de lo que había hecho, decidió arrancar la cámara de seguridad que estaba en la casa, no sin antes revisar toda la propiedad y llevarse consigo el cofre con el dinero y unos celulares.

Cumplido su cometido, Sebastián se marchó y huyó de la escena del crimen, dejando sus manos llenas de sangre, marcadas en el portón de la casa.

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