“La idea es ajuiciarse, dejar las drogas, dejar todo, para poder llevar una vida tranquila, una vida sana”, dijo Wilber Joel Linares hace más de un año antes de su asesinato en el barrio Santander. Tras recibir dos puñaladas quedó tendido en el lugar donde había vivido sus últimos 15 años: en la calle.
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Los vecinos de la calle 25 con avenida 21 vieron una sangrienta escena al asomarse por sus ventanas sobre las 9:30 de la mañana de ayer, 24 de junio. Entre varios presuntos habitantes de calle se estaba llevando a cabo una riña a cuchillo y todo sería por unos desodorantes en spray.
Uno de los que estaban peleando sería Suerte, quien según información recopilada por las autoridades, sería un habitante de calle del sector, quien estaba acostumbrado a robar a otras personas en la misma condición, pero en este caso habría sido un grave error.
Según relataron las autoridades, minutos antes del violento suceso, Suerte habría robado cuatro desodorantes a otro habitante de calle, quien habría sacado un cuchillo para intimidarlo y obligarlo a devolverlos. Sin embargo, Suerte también sacó su arma blanca y atacó, iniciando una macabra riña.
En el acto, a Suerte lo conectaron dos veces, una sobre el brazo izquierdo, la otra, directo al pecho y la que le causó la muerte en el acto. Tras el impacto, la víctima se desplomó de espaldas sobre un costado de la calle, cerca de un canal de aguas lluvias, en su mano derecha quedó su arma, cual guerrero que murió luchando.
La lluvia que caía sobre la ciudad en aquella mañana rápidamente empapó el cuerpo de Suerte. Su victimario tomó tres de los cuatro desodorantes y escapó en dirección a la avenida 20, instantes después los vecinos alertaron a las autoridades, y con prontitud llegó una patrulla de la Policía Metropolitana de Cúcuta (Mecuc) a acordonar el lugar.
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No lo conocían
El cuerpo permaneció sobre el suelo por varios minutos sin que nadie pudiera reconocerlo oficialmente, según contaron, otros habitantes de calle pasaron por el lugar y se lamentaban refiriéndose a él como “mi ñerito”, para luego seguir su rumbo y dejar a Suerte en el olvido.
Entre los vecinos crecía el murmullo de cuál era la identidad de la víctima, sin embargo nadie lo conocía. La noticia de la muerte corrió por el barrio, y algunos se asomaron a la escena para ver si se trataba de un familiar.
Con la llegada de la Brigada Interinstitucional de Homicidios (Brinho) tampoco se logró esclarecer el misterio, pues hicieron el levantamiento del cadáver, en el que encontraron su cuchillo, empapado en sangre, presumiblemente del oponente, por lo que también habría resultado herido. A un costado tenía uno de los desodorantes, lo que no tenía era un documento de identidad.
Con las labores de investigación preliminar, las autoridades lograron establecer su identidad, pero bajo otro alias, el Barbero, que habría obtenido a raíz de su profesión, la cual habría revelado hace más de un año en un trabajo multimedia realizado por La Opinión.
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