“Ningún sueño es demasiado grande”, decía la última publicación en redes sociales hecha por Vladimir Antonio Hurtado Rojas, un joven de 18 años, cuya esperanzadora vida fue cortada de forma abrupta por la violencia, en un crimen del que no quedó rastro.
Siga leyenda: Capturado en el Catatumbo alias Drácula, jefe de milicias del frente Juan Fernando Porras Martínez del Eln
El dolor de sus allegados es lo único que prevalece, pues la lluvia que sacudió la madrugada de ayer, 5 de noviembre, a Cúcuta se encargó de borrar toda evidencia de su homicidio, a manos de criminales que acabaron con su vida tras salir de una visita a su novia.
Fue en una callejuela, ubicada al margen de la calle 23 con avenida 9 del barrio Cuberos Niño, que fue interceptado por los criminales, quienes no dudaron en propinarle por lo menos siete disparos en distintas partes del cuerpo, para luego huir poco antes de la medianoche.
Nadie vio nada de los responsables del crimen. Algunos residentes de la zona salieron de sus casas para ver a la víctima tendida sobre un par de escalones que comunican la vía principal con la callejuela.
Antonio estaba lesionado, pero aún con signos vitales, por lo que rápidamente reaccionaron y lo llevaron a un centro asistencial, aunque poco pudo hacer el personal médico: las heridas eran demasiado graves y minutos después se confirmó su fallecimiento.
Como si fuera una muestra de empatía con la familia Hurtado Rojas, a la par empezó a llover en la ciudad, las frías gotas acompañaban una devastadora velada para sus allegados, quienes habían perdido al “niño de la casa”, como le decían de cariño.
Además: 'Se reencontraron en la tribuna más alta': Fray fue asesinado en Los Patios un año después de la muerte de su mejor amigo
Sin rastro
Dicho diluvio terminó por complicar las cosas para la investigación, pues cuando la Policía Metropolitana de Cúcuta (Mecuc), junto con la Brigada Interinstitucional de Homicidios (Brinho), llegaron al sitio, se encontraron con un río mezclado entre agua, barro y sangre.
La fuerte lluvia arrasó con todo el material probatorio, limpiando completamente la escena del crimen, en la que no quedaron ni manchas de sangre, ni casquillos de bala, ni indicios del infame episodio que se vivió en el sitio.
Lo poco que se sabe del caso viene de boca de la familia de Antonio, quienes contaron que el joven estuvo visitando a su novia en esa zona, y tras regresar caminando hacia su moto, fue interceptado por los bandidos.
Presumen que fue un intento de robo motivado por la motocicleta que le habían regalado sus abuelos, acto en el cual Antonio habría puesto resistencia, desencadenando un violento ataque en su contra que provocó su muerte.
También: El Diablo se llevó al Chango: lo mató de una puñalada en el pecho, en el barrió Belén de Cúcuta
Sueños apagados
La vida de Antonio, quien recién había cumplido 18 años en julio, se apagó a poco más de un kilómetro de distancia de su familia, con quienes vivía en el barrio El Contento. Una casa marcada por el recuerdo de los sueños que el joven nunca podrá cumplir.
Su aspiración era ser ingeniero civil, pues admiraba la labor de constructor, una vocación que venía de familia. Vivía con su mamá, mientras su padre reside en Chile, y hace poco había regresado con la ilusión de volver con su hijo a dicho país.
Una de sus grandes pasiones terminó siendo su condena, pues desde niño demostró un gusto por las motocicletas, casi tan grande como por las gorras, que caracterizaban su forma de vestir y formaban parte de una colección personal en su habitación.
Amigos del joven también se mostraron afectados en redes sociales: “Mi hermano, sin palabras, tantas promesas que quedaron incumplidas y tantos planes que no pudieron completarse, nos encontraremos en otra vida”,
dice uno de los mensajes publicados en Facebook.
Gracias por valorar La Opinión Digital. Suscríbete y disfruta de todos los contenidos y beneficios en http://bit.ly/SuscripcionesLaOpinion