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Belén Alonso le pone sal, técnica y sarcasmo a la cocina de MasterChef Colombia
La chef mexicana llegó al programa con mirada crítica, mucho humor y una visión fresca sobre la gastronomía colombiana.
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Ruby Escamilla
Ruby Escamilla
Viernes, 4 de Julio de 2025

Con su característico humor negro, su exigencia implacable y un acento que mezcla influencias mexicanas, gallegas y parisinas, la chef Belén Alonso aterrizó en MasterChef Celebrity Colombia para revolucionar la mesa del jurado.

En esta décima temporada del programa, su presencia no solo marca un cambio de dinámica, sino que aporta una mirada internacional que enriquece el análisis de cada plato que presentan los participantes del reality.

Nacida hace 51 años, en Ciudad de México y de padres españoles, Belén creció entre los aromas del mercado de San Juan y los sabores de la cocina gallega que su madre le enseñó desde niña.

Su vocación fue temprana y decidida: se formó en Le Cordon Bleu de París, estudió nutrición en la Universidad Iberoamericana y se especializó en historia y filosofía gastronómica en Australia.


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Su trayectoria combina la academia con la experiencia real: fue coordinadora en Le Cordon Bleu México, abrió su propio restaurante Maison Belén y la panadería Maison Ana, y se destacó como jurado en reconocidos programas como Familias al Fuego y Top Chef VIP.

Pero no solo son los títulos los que la definen: Alonso se caracteriza por su autenticidad. Sarcástica, directa y profundamente técnica, cree en el poder transformador de la cocina cuando se trabaja con rigor y pasión.

En entrevista con La Opinión, habló de su llegada al programa, su visión sobre la gastronomía colombiana, el valor del conocimiento en la cocina y cómo adapta su mirada para evaluar a celebridades que apenas se están enfrentando al mundo culinario. Su mensaje es claro: exigencia sí, pero siempre con intención de enseñar.

Técnica francesa, raíces gallegas y carácter mexicano: así es la chef que revoluciona el programa culinario.

—Llega a MasterChef Colombia justo en su décimo aniversario, un momento clave del formato. ¿Qué sabor quiere dejar usted como nueva integrante del jurado?

Quiero dejar mi sarcasmo, porque soy muy sarcástica (ríe), pero también soy directa y divertida. Creo que esas son mis principales características. Esa mezcla, aunque parezca rara, es parte de lo que soy: me gusta decir las cosas de frente, pero con un toque de humor que suaviza todo.

— ¿Qué cree que aporta su mirada, formación y experiencia al equipo conformado por Rausch y Zubiría?

Aporto un punto de vista completamente distinto. No soy del país, así que mi forma de ver los platos colombianos es otra. Eso, en lugar de restar, suma. Porque al no estar acostumbrada a ciertos sabores o preparaciones, los percibo con una frescura diferente. Lo que para otros puede ser común, para mí puede ser sorprendente. Eso le da otra dimensión a la evaluación.

He aprendido muchísimo de la cocina colombiana. Por ejemplo, aquí muchas preparaciones empiezan con un hogao, y hay varias versiones. Eso me fascina. Y me gusta entender de dónde vienen las cosas. Entonces estudio, pregunto, me informo.


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—¿Qué le sorprendió de la cocina colombiana en su llegada al país? ¿Ya tiene un plato típico colombiano favorito… o uno que la haya dejado sin palabras?

La variedad de arepas. De verdad, me impresionó. Desde el norte hasta el sur tienen versiones completamente distintas. El año pasado estuve en Santa Marta y probé la arepa de huevo. Me enamoré. También me gusta mucho la arepa santandereana, porque se parece más a lo que comemos en México: con harina de maíz.

Y los amasijos… el pan de yuca me vuelve loca. También el ajiaco me pareció impresionante. Colombia tiene una gastronomía muy extensa, muy rica y muy variada. Y como extranjera, ha sido un camino de aprendizaje. Porque uno no puede llegar a un programa a juzgar sin saber de qué se trata cada cosa. Por eso me puse a estudiar, y mis colegas Jorge y Nico me ayudaron bastante al principio.

—Usted se formó en Le Cordon Bleu de París, estudió nutrición y hasta filosofía gastronómica. ¿Cómo se traslada ese conocimiento tan técnico y profundo al formato televisivo de un reality con celebridades?

La universidad no solo me dio conocimiento técnico, sino una forma de proceder, de ser más ordenada. Me ayudó a administrar mis restaurantes y a trabajar en televisión.

En el programa, me fijo mucho en las técnicas. Porque una cosa es seguir una receta al pie de la letra y otra es saber lo que estás haciendo. Para mí eso marca la diferencia. Las técnicas son fundamentales.

Con una corrección oportuna, Belén demuestra que enseñar también es parte de juzgar.

—Muchos la verán como la “nueva” del jurado, pero usted tiene una carrera sólida en docencia, alta cocina y televisión. ¿Qué la motivó a aceptar este reto en Colombia y en este formato?

He hecho varios programas de cocina, pero MasterChef es otra cosa. Es uno de los programas más importantes del mundo. En lo gastronómico y en lo general. Así que cuando me llamaron, lo vi como un halago.

Sé que hay gente que en redes sociales se pregunta por qué otro chef mexicano, si aquí también hay talento. Y claro que lo hay. Pero creo que una mirada extranjera también suma.

Le da al programa un carácter más internacional. Ya han tenido chefs chilenos, españoles, y ahora nuevamente una mexicana. Me parece que eso complementa muy bien la visión del jurado.

—La cocina gallega fue su primer lenguaje culinario. ¿Qué similitudes ha encontrado con la cocina colombiana, que también es profundamente tradicional, familiar y regional?

Hay un punto de encuentro clarísimo: el sofrito. En la cocina gallega, muchos platos comienzan con un buen sofrito, igual que acá con el hogao. Para mí, esa fue una especie de puente, algo que reconocí y que me conectó de inmediato.

Además, en Galicia lo que más se valora es el producto. Usamos ingredientes frescos, con poca intervención, pero muy bien tratados. A veces un pescado a la plancha con un toque de sal ya es un plato increíble. Y en Colombia también tienen esa posibilidad, porque cuentan con una despensa increíble.


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—Ha formado cocineros, ha juzgado chefs profesionales… y ahora evaluará a famosos que apenas están descubriendo la cocina. ¿Cómo se adapta su criterio a este nuevo contexto?

Soy muy exigente. Lo he sido siempre. Porque creo que la mediocridad es lo peor que hay. Da igual lo que hagas: si barres, hazlo bien; si cocinas, hazlo bien; si eres abogado, sé el mejor. A mí no me gustan los grises. Soy blanco o negro.

Pero también admiro muchísimo a los participantes. Porque salir de su zona de confort, siendo actores, músicos, deportistas, y meterse a un reality de cocina… eso requiere valor. Muchos se preparan antes de llegar, y otros aprenden en el camino. Pero si están aquí, es porque quieren ganar. Y yo los voy a exigir en consecuencia.

Soy exigente, sí, pero también cariñosa. No soy de las que avienta el plato. Les digo las cosas para que aprendan. Porque si no, esto se vuelve aburrido.


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