El mercado internacional de aceites y grasas, en particular el de palma, atraviesa una etapa de alta volatilidad impulsada más por factores políticos y macroeconómicos que por los tradicionales elementos de oferta y demanda, según explicó Albert Scalla, vicepresidente sénior de Comercio para StoneX Group.
"Estamos viendo que muchos de los factores que están afectando los precios del aceite de palma no tienen que ver directamente con la producción o los inventarios, sino con variables externas como los aranceles, la política energética, el precio de los fletes marítimos o incluso las decisiones monetarias de Estados Unidos", dijo Scalla en diálogo con La Opinión, durante el 53º Cogreso Nacional de Palmicultores, en Cali.
Uno de los puntos críticos señalados por el experto es la tensión comercial entre Estados Unidos y China. A partir de octubre, entrarán en vigor nuevas restricciones logísticas que impedirán el ingreso de buques de carga a EE.UU. sin el pago de tarifas elevadas, lo que podría encarecer el transporte marítimo y afectar indirectamente al comercio de aceites vegetales.
En paralelo, el mercado se prepara para el tradicional pico de producción de Indonesia y Malasia, que ocurre en el segundo semestre del año. "Ya está descontado en el mercado que viene una mayor producción, pero lo que preocupa es que no se dispare por encima de lo esperado", indicó Scalla, quien utiliza un sistema de semáforo para clasificar las presiones alcistas, bajistas o neutrales sobre los precios.
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Respecto al papel de Colombia en este panorama, el ejecutivo considera que el país tiene una ventaja competitiva clara. "Colombia tiene un potencial espectacular. No enfrenta problemas de deforestación como otros países y el cumplimiento con estándares como el RSPO le da un perfil muy atractivo en el mercado internacional", aseguró a La Opinión.
Asimismo, destacó que el país tiene espacio para crecer de forma ordenada y sostenible, sin necesidad de expandir la frontera agrícola.
Otro punto clave para los próximos meses será el comportamiento del dólar, moneda que influye en el comercio global de aceites. Según Scalla, la administración de donald Trump no busca un dólar fuerte. "Quieren un dólar débil para traer de vuelta la manufactura al país. Por eso, están presionando para que la Reserva Federal baje las tasas de interés".
Si eso ocurre, explicó, se lograría debilitar el dólar y reducir el costo del servicio de la deuda estadounidense, que supera los 36 billones de dólares.
Scalla advirtió que el comportamiento de los aceites alternativos, como el de soya, también influirá en los precios de la palma. "Si Estados Unidos cambia su política de biocombustibles o llega a nuevos acuerdos con China, eso puede mover todo el tablero".
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