En la calle 17 del barrio Ospina Pérez se encuentra el pesebre más grande de Cúcuta. La estructura, de 10 metros de largo por tres de ancho, se ha convertido en un atractivo navideño que completa siete años de realización ininterrumpida.
La mente detrás de esta obra es Alberto Quintero, un nortesantandereano que desde 2018 decidió transformar el porche de su vivienda en un escenario navideño, adornado con una amplia diversidad de elementos.
De acuerdo con Quintero, el pesebre está conformado por cerca de 80 figuras, entre leñadores, ovejas, obreros, pastores, los Reyes Magos y camellos. Además, cuenta con iluminación especial y dos pequeñas cascadas elaboradas de manera artesanal.
“Las fuentes de agua las hice con motobombas. También hay 20 casas que fabriqué con materiales como icopor y madera”, explicó.
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Origen de la tradición
Antes de comenzar a decorar su vivienda cada diciembre, este hombre, oriundo del municipio de Convención, dedicó más de 30 años a la elaboración de pesebres y decoraciones navideñas en distintas iglesias católicas de la comuna 7.
Ese trabajo, realizado de manera empírica, le permitió desarrollar su talento y creatividad, habilidades que hoy se reflejan en sus actuales creaciones. “El arte siempre me ha llamado la atención. De profesión soy licenciado en Ciencias Sociales y Filosofía, lo que me ha permitido dar clases en algunos colegios de Atalaya”, agregó.
Sobre el pesebre que actualmente construye, explicó que inicia su montaje en la última semana de noviembre y lo mantiene instalado hasta el 10 de enero. Asimismo, indicó que permanece iluminado desde las 6:00 de la tarde hasta las 10:00 de la noche.
Un espacio de unión
La vivienda de la familia Quintero, además de convertirse en un punto de referencia navideño, es también un espacio de encuentro comunitario para la realización de las novenas de aguinaldos.
Entre el 15 y el 23 de diciembre, cerca de 180 personas se congregan en la calle 17 para participar en esta tradición. Al finalizar cada jornada, los vecinos comparten refrigerios y, en la última novena, Alberto acostumbra entregar regalos a los niños del sector.
El espíritu solidario del nortesantandereano lo ha llevado a ser un vecino ampliamente reconocido en el barrio y a ser solicitado para colaborar en otras decoraciones navideñas.
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