Los tres nombres
Las casas evolucionaron y el barrio también. Evidencia de ello son los tres nombres que ha tenido en el transcurso de su historia. El primero fue Benjamín Herrera, en fervor político al entonces candidato a la presidencia de la República por el partido Liberal.
Luego, inaugurados los puentes del Canal Bogotá sobre las calles 9 y 10, este último conocido como 11 de Noviembre, en 1936, visitantes y vecinos lo llamaron barrio Bogotá, en honor a estas estructuras que marcaron el inicio de una trayectoria de progreso y valor.
Hasta que llegó el definitivo. Cada miércoles, el padre Pedraza llevaba la imagen del arcángel San Miguel para la adoración de los feligreses. A raíz de este evento que congregaba multitudes, los habitantes ----le pidieron al primer presidente de la JAC, Irme Tenorio, que lo rebautizaran en honor al ícono religioso que identificaba a la comunidad.
El auge de los zapateros
En la década de los 70, surgió la industria del calzado. Desde entonces, la producción de los zapateros se convirtió en el activo económico más importante de los habitantes, de tal manera que, hoy, San Miguel es un referente nacional en este sector de la industria.
Al principio, el proceso era completamente artesanal. Pero ante limitaciones tecnológicas que disminuían la productividad, un grupo de visionarios zapateros viajaron a Bogotá y Caracas para traer nuevas tecnologías que, una vez regresaron, implementaron con un éxito total.
Eduardo Pineda y Raúl y Orlando Ortega fueron unos de los más grandes, y motivo por el que son recordados en el barrio como los ‘mecenas del calzado’ en San Miguel.
Virgen de Fátima
Coronada en la parte más alta de San Miguel, se erige en el trono de una loma el monumento a la Virgen de Fátima, un emblema religioso elaborado en la casa del escultor Misael Gutiérrez. El 13 de mayo de 1952, inauguraron el santuario en réplica al mismo que se encuentra en Portugal.
Desde hace 15 años, cada primer sábado de mes, los habitantes suben a celebrar una tradicional misa campal. Pese a esto, asisten con inseguridad por temor a una caída de la cancha de la loma hacia una casa donde se congrega una iglesia cristiana.
“Estamos en alto riesgo y las administraciones pasadas nos han tenido en tomadera de pelo”, manifestó Luz Marina Ruiz, edil y presidenta de la JAC.
La lideresa agregó que en este sector algunas familias aún no cuentan con el servicio de gas domiciliario, pero que gracias a una solicitud atendida oportunamente, lograron que se les hiciera la extensión del servicio.