
El señor presidente anda equivocado incitándolo en cuanto balcón encuentra. Contrario a lo que pensamos el odio ha estado en todas las culturas y las ha destruido.
Las que subsisten lo confirman; Buda 600 años a. c. ya decía que el odio generaba tres venenos, la ira, la envidia y la ignorancia.
En el islam el profeta Mahoma rechazaba el odio y prohibía insultar a dioses o ídolos ajenos;“ no insultéis a quienes invocan además de Alá” (Corán 6:108).
Cristo con la igualdad, el perdón y la reconciliación fundada en el amor, descalificó el odio: “amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen”.
Pero el odio y sus discursos están desde tiempos inmemoriales anarquizando y destruyendo. Como actualmente el discurso entre árabes y judíos en la antigua Palestina, hoy ocupada por los estados de Jordania e Israel, el Líbano, Siria en la franja de Gaza, manipulada sucesivamente por Egipto y los imperialismos francés e inglés.
Palestina es tierra de invasión y desplazamiento desde dos mil años antes de cristo, por los hebreos descendientes de Sem, un pueblo de desplazado desde Caldea de “Ur” en Mesopotamia. Solo que les dio por dispersarse en doce tribus por el mundo desde la destrucción del templo de Jerusalén en el año 70 (DC) difundiendo sus ideas monoteístas por el mediterráneo y el mar del norte, y abandonándola en el llamado exilio de Babilonia.
Los egipcios se quedaron y sembraron las tierras de olivos, uvas y cereales, hasta el 14 de mayo de 1948, el día que la ONU dividió la Palestina y con el discurso sionista creó el Estado Israelí en la franja de gaza.
Sí, Naciones Unidas recogió los judíos que pudo y los regresó, y se quedaron con todo y camellos. Con el pan y con el perro como decimos aquí. Así nació ese discurso del odio que lleva 77 años de reciclaje, nada más, ni nada menos.
Otro discurso fanático del odio es el del IRA entre católicos y protestantes de irlanda del norte que se recicló en 1970, fue originado en 1531 por Enrique VIII cuando ponía y quitaba sus obispos, hasta que Monseñor Juan Fisher se negó a anularle el matrimonio con Catalina de Aragón, para casarse con la fea Ana Bolena que era cotuda y “manideforme” por lo cual lo decapitó.
O el discurso de odio actual entre Indués y pakistaníes en sus fronteras que solo responden a polarizaciones partidistas.
O los discursos inexplicables como el de la desintegración del Estado que propala Donald Trump en USA después del asalto al Capitolio y que hoy multiplican en tiempo real las redes pretextando la libertad de expresión.
O el discurso genocida reciente, que desintegró a Yugoslavia y Ruanda.
Nosotros también tenemos nuestro discurso del odio.
El discurso de las tribus de los sesenta mil desplazados “Catatumberos” entra los cuales cuarenta y siete mil son niños, arrimados a las tierras que les prometió el ministro de Hacienda Cesar Gaviria Trujillo, quien en una “colombianada” más, llevó al congreso la Reforma Agraria de 1998 y le quedó mal hecha
Como en La Nueva Granada, cuando nos inventamos que la independencia se dio por un florero que el chapetón José González Llorente no quiso prestar, cuando en realidad fue el pretexto del provocador criollo Don Luis Rubio, azuzado por Los Morales de siempre para armar el estropicio y tirarse la posesión de Don Antonio Villavicencio y Verastegui.
Adenda: Discurso de odio del señor presidente: “En mi ciudad (Ciénaga/de/oro), donde la “godarria” es maleza, hay un exalcalde que desde que llegó Petro firma sus columnas con una nota final, que en realidad es un conteo: “Manizales, Tercer Año del Régimen”.
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