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Entre la actriz porno y la conejita
Los dueños de la publicación son cercanos a Trump y aparentemente querían protegerlo del escándalo.
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Sábado, 24 de Marzo de 2018

Se dice que a algunos hombres la llegada a los 50 años les causa escozor y los mueve a hacer tonterías. 

En el caso de Donald Trump, no podemos hablar de simples tonterías. El nacimiento de su último hijo parece que le agudizó, en extremo, sus actitudes de mujeriego redomado, que se ufana de usar a las mujeres a su antojo y de hacer lo que quiera con ellas. 

Escandaliza saber que, a los pocos meses del parto, Trump volvió a serle infiel a su linda esposa Melania y se enredó, al mismo tiempo, con por lo menos dos mujeres que hoy les están produciendo algunos dolores de cabeza. 

La historia, que resulta divertida por los personajes que encierra y las piruetas que hicieron los abogados de Trump, antes de la elección, para acallar a las mujeres involucradas, aparece continuamente en las primeras planas de la televisión y de la prensa escrita, incluyendo a la más seria y respetable. Se trata de una actriz porno, conocida con el seudónimo de “la tempestuosa Daniels”, y de una famosa conejita de la revista Playboy, Karen McDougal.

Poco antes de la fecha de la elección presidencial, a cada una de ellas le dieron alrededor de 150.000 dólares. 

A “la tempestuosa” se los dió un abogado personal de Trump, quien le hizo firmar un acuerdo de confidencialidad. 

A la exconejita una publicación le compró los derechos de su historia y también le hizo firmar un acuerdo de confidencialidad. Pero nunca la publicó. 

Los dueños de la publicación son cercanos a Trump y aparentemente querían protegerlo del escándalo. 

Ahora, sendos abogados están asesorándolas para que quiebren esos acuerdos y le den a conocer, a todo el público, sus experiencias y aventuras con Trump. 

Me causa curiosidad si “la tempestuosa Daniels” siempre tiene que dormir boca arriba, ya que, boca abajo, sus grandes senos la pueden ahogar, o la silicona le puede estallar. Como parece quedar demostrado con el caso de Daniels, Trump estaría de acuerdo con el famoso programa colombiano de que “sin tetas no hay paraíso”.

La exconejita McDougal tiene una figura mucho más discreta y delgada,  aunque cuando abre la boca su discreción desaparece totalmente. Con cara de “yo-no-fuí” y medio llorosa, le dió una larga entrevista a Anderson Cooper de CNN, que fue transmitida ayer. El programa rompió los índices de sintonía de esa franja. Con pelos y señales relató cómo conoció  a Trump en una fiesta del dueño de Playboy, cómo tuvieron sexo sin protección en su primera cita en un hotel de Los Ángeles, a donde el entonces empresario la invitó a comer. Después de su encuentro sexual, Trump le ofreció dinero que ella rechazó “por no ser de ésas”. Sin embargo, se siguieron reuniendo por lo menos durante diez meses. Dijo que tanto Trump como ella se habían enamorado. Se mostró arrepentida y le ofreció disculpas a Melania.

Paralelamente, Trump estaba sosteniendo una relación amorosa con la actriz porno. “La Tempestuosa”, quien parece inteligente si nos dejamos guiar por los trinos que escribe y las declaraciones que ha dado a algunos medios, tiene sentido del humor y no es lagrimosa como la exconejita. Los detalles de su relación con Trump los conoceremos esta noche, en un especial del Programa de TV “60 Minutes”, también con Anderson Cooper. La expectativa por estas declaraciones son muchas. 

La incomodidad y la ira que debe sentir Melania con las infidelidades de Trump y con las declaraciones de sus amantes, deben ser muy profundas. Todo el mundo intuye que la relación matrimonial es, desde hace, rato muy mala. Sin embargo, lo peor es la humillación pública a la que se ha visto sometida últimamente.  

La pregunta que muchos se hacen es la de si estas recientes humillaciones llevarán a la señora Trump a romper abiertamente con su infiel marido y, de una vez por todas, a dejarlo. Poco a poco nos iremos enterando, en este país en el que todas las cosas terminan por saberse y en una Presidencia que está llena de gente muy dada a las filtraciones de prensa.

Resulta no sólo sorprendente sino francamente escandaloso que los miembros de las iglesias evangélicas sigan apoyando a una persona tan inmoral como Trump y que los legisladores republicanos sigan callados la boca y apoyándolo con sus votos en el Congreso. Mención aparte merece Mike Pence, tan cristiano que se niega a almorzar con una mujer si no está acompañado por su esposa, pero quien pasó por encima de sus valores morales y le aceptó a Trump la candidatura a la Vicepresidencia. Sus silencios sobre los escándalos del Presidente lo hacen cómplice de las inmoralidades.

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