
Sin duda que nuestro actual presidente de la República está haciendo méritos para que lo arresten tan pronto salga del cargo. Ese es el común sentir y opinión de quienquiera con que uno hable. Y ya hay analistas de radio y TV que opinan en el mismo sentido.
El hombre debe estar alerta porque la orden puede provenir de una de las dos fuentes: del interior o del exterior.
En cuanto al exterior miremos que, por encima nada más, en la payasada de la calle en Nueva York, megáfono en mano, cometió las siguientes violaciones del Código Federal General: 1) Rebelión o insurrección por “incitar o asistir a una rebelión contra los Estados Unidos, o brindar apoyo a quienes la incitan”, que tiene pena de prisión de hasta 10 años. 2) Actividades que afectan a las fuerzas armadas en general, por “provocar insubordinación entre militares”, delito que implica una pena máxima de 10 años de prisión y multa. 3) Conspiración sediciosa, por “conspirar para derrocar, destruir u oponerse al gobierno estadounidense por la fuerza, o para impedir la aplicación de la ley…”, infracción castigada con un máximo de 20 años de prisión.
Ahora, las múltiples expresiones orales y por Internet de apoyo velado o abierto a organizaciones criminales como el Cartel de los soles o el Tren de Aragua, a quienes el presidente Trump declaró la guerra por ser francos enemigos del pueblo norteamericano, le pueden estar costando otras inculpaciones. Aquí las sanciones son muy graves, y se empezaría por la extradición, la persecución para capturarlo o lo que eufemísticamente llaman los gringos la “extracción" (entiéndase la forma como sacaron al presidente Manuel Noriega de Panamá). Esta parece que va a ser la operación para apresar a Maduro.
Y en cuanto a Colombia habrá que examinar qué delitos surgen respecto al crecimiento en su gobierno de los cultivos de coca y la condescendencia con el terrorismo, los narcotraficantes y los guerrilleros. Citemos nada más la apología del delito y el encubrimiento. Sin olvidar, de otro lado, qué le pueden acarrear a Petro sus ofensas al primer ministro israelí y a su misma nación y las múltiples provocaciones, ya que los cristianos creemos en la promesa de Dios a Abraham consignada en Génesis, 12: 3: “Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan, y en ti serán benditas todas las familias de la tierra”. Recordemos lo que le ocurrió a Chávez y su maldición contra Israel.
Estas no son simples conjeturas sino realidades evidentes, ni son ejercicios de futurología o adivinación, ni siquiera malsano deseo. Los hechos están a la vista y lo dicen todo.
En fin, que no la tiene fácil el actual ocupante del solio de Bolívar.
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