Redacción Kevin Beltrán
Marlon Stewart Mendieta Benitez ha conquistado las canchas de tenis de diferentes partes de Colombia y Cúcuta, demostrando que no tiene barreras para ganarse los aplausos del público y el respeto de sus rivales. Este cucuteño, de 24 años, es un ejemplo de superación para las personas que también nacieron con síndrome de Down.
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Su talento para este deporte, único jugador de la ciudad con esta discapacidad cognitiva, lo ha llevado a obtener varios reconocimientos a nivel local y nacional. Así como las medallas que ha ganado en diferentes versiones de las Olimpiadas Fides.
Su agilidad con la raqueta y disciplina lo ha llevado al estrellato del deporte, incluso a codearse con Camila Osorio y Fabiola Zuluaga, ‘titanes’ cucuteñas con quienes tiene una relación entrañable.
“A mi hijo le ha tocado jugar, en algunas ocasiones, contra jugadores que no tienen discapacidades cognitivas, lo cual ha sido una ventaja porque demuestra agilidad en esta disciplina deportiva y aprende de sus rivales. En otras partes de Colombia hay muchachos como Marlon que son muy buenos, ya los conocemos y somos grandes amigos. Todo con profesionalismo”, dijo Jairo Mendieta, padre de Marlon.
Una historia de gloria
En las paredes de la casa de Marlon, ubicada en el barrio Loma de Bolívar, están colgadas las diferentes conmemoraciones que ha recibido por su impecable desempeño. Ejemplo de ello la condecoración del Concejo de Cúcuta en 2015 por su excelente desempeño como tenista en las Olimpiadas Iberoamericanas Fides (2015), que tuvieron como sede Bogotá, y donde ganó una medalla de oro y otra de plata.
Tiene 33 medallas, las cuales ganó hasta 2018, último año que compitió. Destacan dos de oro y una de plata en las Olimpiadas Iberoamericanas Fides 2009; una medalla de oro, una de plata y una de bronce en las Olimpiadas Fides-Compensar 2011; dos oro y un bronce en Olimpiadas Fides 2012, y tres oro en las Olimpiadas Iberoamericanas Fides 2013.
Pero, el camino que padre e hijo han recorrido para llegar a obtener estos grandes premios, de nivel nacional e internacional fue difícil, pues, como el único tenista de su clase en el departamento, tuvo que aprender a destacarse entre un deporte poco conocido en la región y de gran destreza física.
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Su historia con el tenis inició hace 14 años, cuando él era tan solo un niño de 10, que acompañaba a su padre a la Piscina Olímpica, donde para ese entonces había canchas del deporte de la raqueta. Un día se quedó maravillado al ver los juegos y le dijo a Jairo que quería jugar tenis.
Incluso llegó a ver a Zuluaga y a Camila Osorio jugar allí, lo cual lo motivó a adentrarse en el tenis. “En ese entonces Camila practicaba en esas canchas, sin que nadie sospechara que años más tarde se convertiría en una crack del tenis. Marlon se juntaba con ella, incluso, años después, la muchacha le regaló una raqueta que mi hijo atesora”, indicó Jairo.
Y añadió que “Fabiola también estaba para esa época en Cúcuta practicando; también quiere a Marlon. Eso lo motivó para que comenzara a meterse en la mente que podía jugar este deporte a nivel profesional. Lo logró, Marlon fue capaz”.
Campeón olímpico
Marlon comenzó a recibir clases de un entrenador privado, quien le enseño con mucha paciencia los trucos que un tenista debe conocer para dominar el deporte de la raqueta. Para sorpresa de muchos, el niño de 10 años aprendió rápidamente y poco a poco se enfrentó a otros jugadores.
Se ganó el respeto de sus rivales, quienes lo vieron como una promesa del deporte, pues a tan corta edad demostraba ser un ‘diamante en bruto’ que con la práctica y la correcta enseñanza triunfaría en escenarios nacionales e internacionales.
En 2009, casi una década después de que comenzara a jugar tenis, el rumor de un cucuteño con gran talento llegó a oídos de funcionarios de la Fundación Fides, quienes lo vincularon como tenista en las olimpiadas nacionales e iberoamericanas, que esta entidad ejecuta anualmente para demostrar el espíritu deportivo de las personas con síndrome de Down.
Pero su sueño de seguir ganándose medallas se vio frustrado a inicios de 2020, cuando la lo obligaron a alejarse de las canchas. “Pero él siguió entrenando acá en la casa. Nosotros ponemos polisombra en el porche, sacamos dos raquetas y una pelota y llegamos a durar hasta una tarde seguida jugando tenis. Nos alejamos de las canchas por motivos de salud, pero no perdemos el rumbo de seguir trayendo medallas para Cúcuta”, dijo Jairo.
Debido a esta situación, Marlon no pudo viajar, junto con su padre, a Turquía y México, países donde fueron invitados para participar y donde se enfrentaría a los mejores tenistas, con su misma discapacidad cognitiva.
Relación padre-hijo
Como ya se ha notado, la relación entre Jairo y Marlon es la de dos amigos que se apoyan siempre. Y es que ellos no se ven como un padre y un hijo, sino como dos ‘parceros’ que se colaboran en todo. La época escolar es un fiel ejemplo de esta bonita ‘amistad’.
Cuando Marlon cursaba su bachillerato en la Institución Educativa CASD María Concepción Loperena su padre lo acompañaba a las clases, ingresaba al salón y en otro pupitre anotaba lo que los profesores escribían en el tablero para luego enseñarle a su hijo en las tardes.
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“Por la condición de mi hijo se requiere de una pedagogía diferente y los profesores no estaban todavía capacitados para ello, entonces yo iba para aprender y luego enseñarle. Nos graduamos los dos de bachilleres. Incluso hasta los estudiantes me veían como otro compañero y no un adulto entre ellos”, dijo Jairo.
Es de destacar que este ‘joven maravilla’ también es bailarín, pintor y hasta percusionista. Su curiosidad por otras áreas lo ha llevado a integrarse en grupos, donde se destaca por la rapidez con la que aprende. Incluso fue instructor de danza en la Fundación Nort Down, donde logró sacar adelante grupos que se han presentado en centros comerciales. Sin duda alguna Marlon Mendieta es un ‘duro’ en lo que quiera emprender.
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