Oriundo de Bucaramanga, pero radicado desde el 2017 en Cúcuta, el cirujano general Javier Eduardo Valdivieso enfrenta lo que ha considerado “la depresión de su vida”. El profesional de la salud intenta sobreponerse después de haber sido capturado por lesiones culposas por accidente de tránsito, con los agravantes de omisión de auxilio y estar bajo sustancias alcohólicas.
Valdivieso confesó detalles en exclusiva para La Opinión sobre lo que le ocurrió esa noche del miércoles 17 de marzo, cuando perdió el control de su vehículo y atropelló a tres menores de edad y dos adultos, que se movilizaban en sus bicicletas por la ciclorruta, ubicada en la avenida Gran Colombia con avenida 4E, justo al frente del Palacio de Justicia de Cúcuta.
Lo primero que precisó es que a esa hora, una vez salió de turno en el Hospital Erasmo Meoz conducía su carro Nissan March, blanco, de placa GHY718, que recientemente había sido entregado por una concesionaria.
“Yo voy en ese trayecto y tenía apoyada mi mano en la palanca de cambios que estaba muy suave y de repente se me revolucionó y cayó a primera. Ahí se presenta el accidente en medio de una pequeña curva”, dijo Valdivieso.
Según el relato, cuando el cirujano intentó controlar su vehículo, miró hacia atrás y de inmediato se sintió intimidado con varias personas que se acercaban a él. “Lo primero que creí es que me harían daño y mi reacción fue correr. Fue luego que paré en la Avenida Cero y de inmediato llegaron unos policías a decirme que estaba capturado”, contó.
¿Estaba borracho?
Ante la pregunta si conducía borracho, el médico aseguró que una vez le informaron que quedaría detenido entró en un estado de shock nervioso.
“No sé qué pasó. Yo solo pensaba en que nunca esperaba hacerle daño a nadie. Siempre he dado todo por mis pacientes”, dijo.
Pero, en el carro de Valdivieso había dos cervezas y una soda, que según él, por tener turnos extenuantes las llevaba para consumir en su casa y así conciliar el sueño.
“Lo que recuerdo es que ante el estrés y la ansiedad me tomé las cervezas calientes y la soda. Los policías me decían que estaba drogado, pero no era así. Todo fue producto de los nervios”, aseguró.
Según el cirujano, aunque no le realizaron de manera formal la solicitud de prueba de sangre, aceptó realizársela de manera técnica con el alcohosensor.
Esposado y entre presos que estaban en la celda de la Unidad de Reacción Inmediata (URI) de la Fiscalía pasó la noche.
“Me sentía un monstruo. Afortunadamente, como tengo colegas en otras clínicas empecé a preguntar por los heridos y supe que no había sido de gravedad y me calmé. Yo soy médico. En esta pandemia fui uno de los que se metió a realizar la traqueostomia percutánea (manejo de vías aéreas) a quienes padecían de la COVID-19”, añadió.
Y finalizó disculpándose a quienes afectó: “les ofrezco mis disculpas. Esto me ha llevado a una depresión que estoy con profesionales tratándome. De ahora en adelante tendré más precaución”.
Luego de que fuera presentado ante la autoridad competente, el cirujano quedó en libertad, pero asegura que su abogado sigue paso a paso todo el proceso.