En medio de una aguda controversia interna y aún sin mucho eco nacional, avanza en el Congreso de la República una controvertida reforma la Constitución: la que permite a los congresistas, concejales, diputados y ediles cambiarse de partido en época de elecciones sin ser sancionados.
El llamado transfuguismo, como se le llama a esta figura que usualmente hace parte de reformas políticas, en esta ocasión se tramita como un proyecto de acto legislativo único. Esta semana, la plenaria del Senado le dio su visto bueno en segundo debate.
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Los cambios a la Constitución Política obligan a que se haga en ocho debates y en dos vueltas. La primera, en este caso, se tendrá que dar antes del 16 de diciembre, cuando debe tener cuatro votaciones y las otras cuatro en la legislatura siguiente, que de avanzar sería ya en 2025.
El proyecto, que alcanzó los votos para ser aprobado en la plenaria, tuvo como ponente al senador liberal Alejandro Carlos Chacón, quien logró mayorías para que el cambio de colectividad pueda darse cada cuatro años, siempre y cuando el dirigente renuncie un mes antes de las inscripciones para las elecciones y no un año antes, como actualmente lo establece la ley.
Chacón defendió que “constitucionalmente hoy se permite renunciar al partido con un año de anterioridad y hoy se reduciría a un mes antes de las inscripciones”. Precisó el senador que de darse esa renuncia al partido no implicaría que los parlamentarios tengan que perder también su curul, tal y como ocurre en la actualidad.
Aunque el proyecto estuvo en un momento a punto de hundirse por falta de votos, al final sí encontró el respaldo en las bancadas del Gobierno, en particular con el Pacto Histórico, coalición de la que se asegura sería la más beneficiada de poder darse ese cambio a la Constitución.
Según Chacón, “la discusión es que la credencial no solo puede ser del partido, también tiene que ser de aquel que busca el electorado, que trabaja la política, que hace el ejercicio y no solo se vota por el partido”. Incluso se apartó de algunas voces, como las del conservatismo, que dijeron que la reforma supone debilitar a los partidos.
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“Con el discurso de fortalecer los partidos, lo que hemos es debilitado los mismos. Las coaliciones han permitido sacar umbrales y mantener curules. A una persona no la pueden mantener esclava de un partido que ha perdido su identidad y conexión con la gente. Esto permite que en cada elección, si su partido pierde la identidad política, si no se siente que el partido hace lo que corresponde con la gente, la persona podría moverse políticamente hasta una vez en el periodo constitucional”, aseveró al defender el proyecto en la plenaria.
La plenaria eliminó el artículo que permitía a las coaliciones convertirse en un solo partido político con personería jurídica, que hubiese beneficiado al Pacto Histórico.
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