Mientras que todos lo veían como la estrella de MasterChef Celebrity, Frank Martínez estaba a punto de renunciar al canal RCN.
Todo el mundo estaba elogiando su trabajo e impulsándolo a que aprovechara sus ‘15 minutos de fama’, pero el comediante se encontraba al borde de un ataque de nervios.
Terminó aceptando cuanto proyecto le ofrecieron, robándole horas al descanso, acumulando millas volando por todo el país, hasta que la salud le pasó factura.
“A diferencia del año pasado, ahora lo disfruto más porque estoy midiendo los tiempos para saber a qué me meto y a qué no”, comentó Frank Martínez.
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Y agregó, “todo el mundo me decía cuando estaba MasterChef Celebrity al aire, ‘tiene que aprovechar ese cuartico de hora que se pasa volando’. Era una presión para que hiciera muchas cosas en poco tiempo porque no se sabe cuándo se acabará”.
Pero lo que pocos tenían en cuenta es que Frank Martínez ya tenía diez años de experiencia en el mundo de la comedia, por lo que tenía cierta preparación para asumir este momento de su carrera.
“Tanta presión me llevó a meterme en muchas cosas, por lo que el tiempo y el agotamiento, no me daba espacio para la vaina creativa, para la que necesita una pausita para disfrutarlo todo. Este año, he tenido la posibilidad de volver a escribir y de volver a gozar con lo que hago, porque luego de MasterChef era un bombardeo por todo lado”, continuó.
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Además de participar en distintos programas del canal RCN, confiesa que tenía que dedicar tiempo a cosas que en su cabeza nunca estuvieron. “En Medellín la gente me reconocía más o menos, y uno estaba acostumbrado a las fotos, pero cuando pasó lo de MasterChef, era impresionante cuando una persona me descubría en un aeropuerto, donde yo llegaba con tapabocas, gafas y gorra, y me tomaba hasta media hora de fotos y videos con la gente, cuando yo necesitaba era tiempo”.
No lo estaba disfrutando, y al sufrir un ataque de pánico en un aeropuerto, comiendo mal y durmiendo peor, se dio cuenta que era el momento de parar.
“Mi escenario natural siempre ha sido el teatro, crear los shows, tener tiempo para diseñar las rutinas, pero el año pasado fue muy fuerte. Aunque a nivel profesional fue el mejor año de mi carrera, trajo muchas cosas que uno no disfruta, porque no es tan chévere estar en los ojos de tanta gente, uno tiene que cuidarse mucho más en lo que dice, porque uno tiene ciertas licencias cuando está aún en el bajo mundo y en el radar de muy poquitos”.
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A otro ritmo
Ahora, cada chiste, cada rutina, la debe pasar por más filtros, como una de las consecuencias que le generó su paso por el famoso reality gastronómico.
“La escritura es lo que trato de no perder, porque eso me aferra a la esencia. La gente que me ha visto en teatro sabe bien qué puede esperar de mí. Yo en un show de una hora y media, saben que hay una rutina de humor negro, una rutina de humor de sexo, tratando de seguir sintiendo la libertad en el escenario. Es que si yo dejo de decir esto, es que me estoy convirtiendo en el comediante que quiere agradarle a la gente y no en el comediante que quiero disfrutarlo yo mismo”.
Y agregó: “Cuando se empieza a sentir esa presión, se empiezan a cambiar cositas y se puede estar sacrificando lo que a uno lo ha llevado hasta donde ha llegado. Ahí está el detalle con el trabajo en televisión, que uno tiene que cuidarse mucho, pero en teatro la gente llega a ver al Frank de siempre”.
De hecho, tuvo una participación especial en la actual edición de MasterChef, pero los productores, en un inicio, lo que querían era que volviera a ser uno de los participantes, pero una temporada era suficiente.
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