Cuando ya se cumplen casi 35 meses de su asesinato, los familiares de Michael Stiven Rangel Guerrero aclararon que el joven no tenía asuntos pendientes, como habían reportado las autoridades en un primer momento.

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“Michael no era ningún criminal, ni estaba en ninguna banda, de hecho estaba estudiando, hasta que injustamente le quitaron la vida”, manifestó la familia.

Y es que su historia es tan trágica, muriendo sin tener nada que ver, como la de sus dos victimarios quienes también perdieron la vida poco después del hecho.

Sobre unos presuntos vínculos con José Claro Angarita, presunto integrante de una banda, argumentaron que lo de ellos fue una amistad de infancia por convivir en el mismo barrio, pero luego tomaron caminos separados y no volvieron a saber uno del otro.

Michael era estudiante de una técnica en sistemas en una institución educativa de Cúcuta y ese día estaba a punto de ver una clase, de segundo semestre, hasta que le dispararon en la noche del 15 de enero de 2023.

Él había ido a pedir una moto prestada, con la mala fortuna de que aparecieron dos criminales en otra moto que querían atentar contra otro sujeto, conocido como Lalo; en medio de la situación, Michael cayó tras recibir un disparo en el pecho que le causó la muerte.

Los presuntos responsables del hecho fueron identificados como José Alejandro Mendoza Rivas y Luis Jackson Delgado Marín, ambos con un destino parecido, pues fueron asesinados a disparos. Delgado falleció el año pasado en una masacre en Villa del Rosario, mientras que Mendoza murió en Venezuela, sin que pudieran pagar por el injusto asesinato de Michael.

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