A pocos días de cumplirse cuatro años del fatídico infanticidio, ocurrido el 29 de agosto del 2020, en Barrio Nuevo, la Fiscalía reunió las pruebas suficientes para que un juez le dictaminara a Kimberly Lisbeth Monaga Carrillo una condena de 25 años de prisión.

Aunque la mujer ya está recluida en la Penitenciaría de Cúcuta, se encontraba a la espera de que un juez determinara la sentencia, pues durante el proceso que se llevó, se hallaba el hecho de que ella padecía de un problema psiquiátrico.

Lo anterior permitió que mediante un preacuerdo, Kimberly Lisbeth Monaga Carrillo aceptara su responsabilidad por el delito de homicidio agravado.

El crimen se dio en la calle 24 con avenida 23, de Barrio Nuevo, en el sector La Ye.

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Los hechos

Hacia las 3:00 de la tarde, la expareja sentimental de Monaga Carrillo, quien trabajaba como minero en Bochalema, llegaba a su casa a cumplir con una cita que ella le había pedido con mucha urgencia, pero cuando tocó la puerta, la escena fue completamente aterradora.

Al parecer, la mujer estaba cubierta de sangre y de su boca salieron las palabras que destrozarían por completo al hombre, “maté a la niña”, angustiado, él corrió en busca de su pequeña y la encontró muerta sobre una colchoneta en la habitación.

Entre gritos y llantos, el padre de la menor llamó desesperado a la Policía Metropolitana. En cuestión de minutos, arribó una patrulla para corroborar los hechos, viendo cómo la menor se encontraba tendida en una colchoneta en el piso, con múltiples heridas en su cuerpo y cómo el hombre gritaba desconsolado que su mujer había asesinado a su hija.

A la escena también llegó la Brigada Interinstitucional de Homicidios (Brinho), que  adelantó la inspección y el levantamiento del cuerpo, al mismo tiempo capturaban a Kimberly Monaga.

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Una alerta 

Horas antes del homicidio, residentes de este sector de la Comuna 9 de Cúcuta, llamaron a la Policía, informándoles que algo raro estaba ocurriendo en la casa de Monaga Carrillo, pues sus comportamientos eran muy extraños.

Tal parece que la noche anterior al hecho, la mujer había estado gritando cosas incoherentes, como si “estuviera mal de la cabeza” mencionó un vecino en ese momento.

El temor de que a la niña le hubiese pasado algo, fue una de las razones que hizo que la  comunidad alertara a las autoridades ese 29 de agosto, pero al llegar al sitio, no hallaron ninguna señal de violencia contra la menor.

Un problema

Desde su captura, el proceso se tornó tedioso, pues, al parecer, la mujer presentaba problemas mentales, pero nunca fue tratada por los profesionales de la salud, por lo que un juez determinó enviarla al hospital mental, pero tiempo después volvió a la penitenciaría.

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