“Primero llegaron cuatro hombres armados en dos motos y se entraron a la casa. Yo estaba sentada en la cama viendo televisión y uno de ellos me apuntó con un arma y me preguntó por quienes vivíamos allí. Luego pasó a la otra pieza donde estaba mi esposo y me llené de nervios”.
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Así inicia el relato una mujer venezolana, quien vivió el peor momento de su vida, luego de que estos sujetos la intimidaran y finalmente acabaran con la vida de su esposo Santos Eduardo Arrechider Colmenares, de 23 años.
El caso ocurrió, la noche del sábado, en la vereda Puerto Nuevo, a menos de 20 minutos de Cúcuta, por la vía que lleva a Puerto Santander.
El reloj marcaba las 8:00 de la noche cuando los desconocidos ingresaron a la humilde vivienda, donde además vivía una hija de la mujer, de 4 años, y estaban de visita una sobrina con su esposo.
“El hombre con la pistola nos revisó a todos y preguntaba que dónde teníamos escondido a un muchacho flaco, negro, alto y que tenía los dedos marcados con tatuajes. Nos dijeron que saliéramos y revisaron hasta debajo de las camas. A mi esposo le miraron detalladamente las manos. Entonces, se disculparon y se fueron”, recuerda la mujer.
Enseguida y reponiéndose del susto, Santos Eduardo entró y siguió viendo la televisión, mientras que sus demás parientes se quedaron afuera. Pero la dicha tardó poco, porque los pistoleros regresaron enfurecidos.
“Yo me entré a hablar a la casa con Santos, cuando escuché que llegaron nuevamente y yo le dije a él que saliéramos. En cuanto lo vieron le dijeron: ‘tate quieto, tú eres’. A mí me gritaron que saliera de la casa y en cuanto di la espalda, le dieron el primer tiro. Luego escuché tres tiros más adentro de la casa”, recuerda ella en medio de las lágrimas y el dolor que tenía porque le habían matado a su esposo.
Según testigos, los delincuentes rodearon la casa y cumplida la misión, se subieron a las motocicletas y escaparon con rumbo a Puerto Santander.
Posteriormente, la mujer narró el momento más dramático que tuvo que vivir al ver su pareja agonizante, “yo trataba de reanimarlo y en ese instante entró la niña y vio todo. Él hecho una bocanada de aire y se quedó mirándome a los ojos y el pulso se le fue bajando y murió”, recordó.
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Siguió el dolor
Sumado a su intenso dolor, la compañera del hombre asesinado tuvo que soportar toda la noche y parte de la mañana de ayer tener que ver el cadáver tirado en la casa, mientras se disponía un plan de seguridad para que unidades de la Brigada Interinstitucional de Homicidios (Brinho) pudieran llegar al sitio y llevar a cabo la inspección técnica.
“Ella tapó el cuerpo con una sábana y se fue para la casa del vecino, porque le daba miedo que fueran a volver esos tipos”, señaló un residente de la vereda.
Según se conoció, Santos Eduardo Arrechider, natural de La Trinidad de Orichuna del estado Apure (Venezuela), llegó hace tres meses a esa vivienda donde lo asesinaron y según su compañera, trabajaba como guadañero en una finca.
Hace pocos días, había sufrido un accidente en una motocicleta y estaba incapacitado para trabajar, contó la mujer.
“En diciembre cumplíamos dos años de estar viviendo juntos. Hace 3 meses llegamos a vivir aquí en arriendo. Yo vendo plátanos, pero ahora me toca regresar con su cuerpo para Venezuela y entregarlo a su familia”, se lamentó la mujer en medio de su drama.
Algunos habitantes del lugar sostuvieron que jamás vieron a la víctima metida en algún problema. “Él trabajaba por las fincas de acá y nunca supimos de nada malo que hubiese hecho”, señaló un vecino de Arrechider.
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