En diálogo con La Verdad, el periódico de la Diócesis de Cúcuta, el sacerdote habló sobre sus nuevos retos.
¿Cómo recibe este nuevo nombramiento?
Lo tomo con obediencia, porque es la Iglesia y mi Obispo quien me pide esto. Sé que soy supremamente limitado, pero cuento con Dios y la protección de la Iglesia, entonces lo haré.
En el ejercicio de su ministerio sacerdotal, ¿había contemplado en algún momento servir de esta manera?
Nunca lo contemplé, y admiro profundamente a Monseñor Pedro Botello (su antecesor), porque nos enseñó a escuchar y ayudar a la gente en tantas situaciones críticas, en sus sufrimientos. Pero como tal, no me esperaba prestar este servicio.
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Que esta sea la ocasión y el espacio, para explicarle a los lectores, a los fieles bautizados y a las personas en general, que el demonio no se debe ver en todos lados, que el exorcismo en un tema de cuidado y no debe tomarse a la ligera por curiosidad
A nosotros se nos ha enseñado en un 99%, que la actuación del demonio es la tentación y el ejemplo más claro es Adán y Eva en El Paraíso. Y a nosotros, el demonio nos presenta el mal, pero bajo la apariencia del bien, entonces uno no puede ver en todos lados al demonio, porque la tentación sí está ahí, pero recordemos que como bautizados, nosotros somos de Cristo y formamos un solo cuerpo con Él y nuestra alianza es con Él, por lo que no hemos hecho ningún pacto con el demonio. Además, pensemos en que, por ejemplo, a nuestra casa entra a quien le damos permiso de hacerlo, y nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, no vamos a darle permiso al mal de entrar. Debemos tener esto claro.
¿Por qué en caso de presentar un hecho fuera de lo normal, se debe acudir primero al párroco?
Hay dos casos: Primero, el ordinario, y es lo que decía anteriormente acerca de la tentación, caer en la trampa. Entonces debemos acudir al párroco, porque él los va a escuchar, una vez que los escucha, él hace discernimiento y un diagnóstico, en el cual define las causas de la situación, donde también él mismo puede realizar oración para darle solución; porque finalmente todos nosotros todos los días somos hostigados por la maldad, pero esos tormentos podemos combatirlos por medio de la oración. Ya cuando las cosas se vuelven graves, viene el segundo caso, que es el extraordinario, el cual tiene unas características que cada sacerdote tiene claras, y es ahí cuando remite al exorcismo, habiendo aplicado ya todos los pasos del caso ordinario. El exorcismo es el último recurso, porque para decir que alguien está poseído por el demonio se requiere de mucha prudencia.
Les confieso que, en 35 años de vida sacerdotal, jamás me he encontrado con un caso de posesión. Sí me he encontrado con los tormentos que padece la gente; como en el Libro de Job, que el demonio lo asecha, pero de ninguna manera Job se mueve de la fe y no da permiso para que el mal lo posea. Entonces nosotros debemos también tener claro que somos de Dios.
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Con información del Centro de Comunicaciones de la Diócesis de Cúcuta