En la fecha cuatro de la Copa Colombia del 2016 sucedió un hecho inusual en el General Santander. En esa jornada, se jugó una edición más del Clásico del Oriente colombiano en el que se enfrentan Cúcuta Deportivo y Atlético Bucaramanga.
Sobre las 3:30 de la tarde del jueves 17 de marzo saltaron a la cancha motilones y leopardos. Los locales eran dirigidos por Miguel ‘El Nano’ Prince mientras que los de la visita por José ‘El Willy’ Rodríguez.
Una semana antes, el rojinegro había superado al auriverde 1-0 en su cancha con un tanto anotado por Brayan Lucumí.
En sus duelos anteriores el Cúcuta había caído con Alianza Petrolera, superando al Real Santander y a Bucaramanga. En cambio, el saldo de los santandereanos era de dos derrotas y un empate.
Con el contexto de un Cúcuta líder, el encuentro en sus primeros minutos fue de trámite: dos equipos defendiendo sus colores con un juego recio y veloz, como habitualmente son los partidos de Copa.
Nueve minutos antes de terminar la primera mitad, el leopardo, por medio de Jaime Castrillón, se iría adelante.
Con este marcador adverso se cerrarían los 45 minutos en un estadio con menos de 2.000 personas en sus gradas.
Para la reanudación se vio a un Cúcuta más ofensivo, buscando a toda costa el empate. Al 55, Prince decidió sustituir a Lucumí por Diego Chica con la idea de generar transiciones de la defensa al ataque.
Con la férrea marca de la zaga defensiva visitante, las aproximaciones eran casi nulas. “Recuerdo muy bien ese partido, era un duelo complicadísimo porque Bucaramanga se resguardó para buscar el empate”, comentó José David Lloreda, exdelantero motilón, quien había llegado al equipo en enero de ese año para cumplir su segunda etapa en el rojinegro.
La desventaja continuaba y el empate no se veía cerca. Para dar mayor peso ofensivo, El Nano envió a la cancha, al 65, a Leandro Gracián por el cucuteño Junior Rangel. El ingreso del argentino dio un mayor peso ofensivo y eso se vio reflejado tan solo dos minutos después cuando Jefferson Solano estrelló un balón en el palo.
Tras el aviso de empate, el rojinegro se infló y 10 minutos después el juez central antioqueño Mauricio Pérez decretaría pena máxima tras una falta a Lloreda.
Él mismo pidió la pelota y se hizo cargo de ejecutar el cobro que daría el empate al rojinegro.
“Estábamos 1-0 abajo. Sabía que el balón tenía que entrar como sea. El arquero del Bucaramanga (James Aguirre) intentaba intimidarme con sus constantes movimientos antes de cobrar y también los defensores me decían cosas, pero tenía claro que el balón debía entrar sí o sí”, confesó el chocoano que para la fecha tenía 22 años.
Lloreda se paró, tomó distancia y golpeó con mucha fuerza hacia la esquina superior izquierda del arco norte.
“El clásico no se podía perder. Cuando pateo veo que el balón entra, pero no se queda en la malla sino que la traspasa. El estadio se quedó en silencio por uno segundos hasta que empecé a correr para celebrarlo. Nunca me había pasado algo así”, afirmó el jugador que vestía la dorsal 20.
El duelo terminaría empatado. Punto que le sirvió posteriormente al rojinegro para quedar primero del Grupo C, con 11 unidades producto de tres triunfos, dos empates y una derrota.
‘Lloregol’ y su primera etapa como motilón
Por pedido del técnico vallecaucano Alberto Suárez, Lloreda llegó al rojinegro en el segundo semestre de 2014.
“Yo estaba en el Deportivo Cali en 2014 y había hecho unos buenos partidos con unos tantos en liga. Escuché que el profesor Suárez me quería y al conocerlo, pues trabajamos en divisiones menores, no dude en ir. Sentía la necesidad de ir a un equipo que tenía historia en Libertadores con grandes jugadores como Blas Pérez, Macnelly Torres, Diego Cabrera y eso me motivo a ir”, contó el delantero que en ese semestre marcó tres tantos en Torneo y tres en Copa.
En ese semestre, el rojinegro estuvo a punto de llegar a la final, pero el Deportes Quindío le impidió cumplir con esas aspiraciones.
“Ese época me trae recuerdo bonitos, pero a la vez tristes. El profesor Suárez me dio la confianza y en los cuadrangulares me volví un referente del equipo. En el último duelo con Quindío, que nos daba el pase a la final, teníamos que ganar. Logré marcar al minuto 80, pero tuve que salir por una lesión en un hombro. Sentía que ya éramos finalistas, pero la gloria solo duró seis minutos. Wilson ‘El Pájaro’ Carpintero nos empató y terminaron eliminándonos”, dijo Lloreda.
El Cúcuta Deportivo tendría otra oportunidad para ascender dos meses después en el Cuadrangular de Ascenso.
Inicio mágico con final decepcionante
En enero de 2015, el rojinegro enfrentaría a Real Cartagena, Atlético Bucaramanga y Deportes Quindío en el estadio Metropolitano de Techo en Bogotá.
Un mes antes, el plantel estuvo concentrado en la capital de la República. “Fue una experiencia muy buena. Estuvimos concentrados todo diciembre. Solo salimos 24 y 31. Era impactante. No creo que eso haya pasado en Colombia. Hubo un poco de crisis por la salida de Baldomero Perlaza y Juan Camilo Angulo, que eran referentes en nuestro equipo, pero la dirigencia pudo reforzar con Marcos Lazaga, Gerardo Bedoya, Edwards Jiménez y Franco Sosa. Se rodeó muy bien”, señaló.
Ese cuadrangular, Cúcuta Deportivo lo ganaría tras vencer a Real Cartagena y a Bucaramanga, y empatar con Quindío. Lloreda anotó en el primer duelo, pero se lesionó y no pudo jugar los otros encuentros.
“A decir verdad fue un cuadrangular exitoso por su juego y resultados. Se jugaba bien y se ganaba. Teníamos de hijos al Bucaramanga. Tuve unos inconvenientes porque era titular y el profe me llevó al banco, pero en ese primer partido Mauricio Duarte se lesiona y entro como volante por derecha. Después de eso, el equipo se empalmó con buenas sociedades”, afirmó el jugador que en ese torneo jugó con el número 14.
Luego del ascenso, Lloreda contó que le insistió a José Augusto Cadena que le comprara sus derechos, pero este no quiso.
El delantero estuvo hasta mitad de año en un semestre decepcionante para el Cúcuta que solo ganó dos partidos, empato nueve y perdió nueve. Lloreda solo marcó un gol por Liga y otro por Copa.
(En el segundo semestre de 2014, el delantero llegó al equipo por pedido del técnico Alberto Suárez.)
Un regreso goleador
Después de jugar el segundo semestre con Rionegro de 2015, es llamado otra vez por Cadena para hacer parte del Cúcuta 2016.
“Mi regreso lo pensé, pues conocía el problema de pagos que atravesaba el club, pero le tenía un cariño grande a la ciudad y al equipo y por eso decidí ir”, recordó.
En su llegada, se encontraría con el equipo de Prince quien lo tuvo en la titular a lo largo de ese semestre.
“Me sorprendió la confianza que me tenía porque desde el primer encuentro me mando de titular y pude marcar. Me sentí muy cómodo pues me utilizó como doble punta o único delantero, la posición que tuve desde niño”, confesó.
Sobre su relación con la hinchada, Lloreda contó que no siempre fue la mejor.
“Recuerdo que el equipo jugaba bien, yo marcaba, pero no estábamos bien en la tabla. En la fecha 10, el equipo se encontraba en la posición 14 de 16 y por ende el descontento de la hinchada era grande. En esa jornada enfrentamos al Atlético, íbamos 1-1 y la hinchada nos puteó todo el encuentro. Al minuto 88 logro marcar y les hago el gesto a la hinchada de que no los escuchaba y eso trajo más insultos hacia mí”, confesó.
Con una relación rota con la hinchada, Lloreda continuó su trabajo pero en la fecha 13 todo cambiaría. “Nos enfrentábamos al Pereira que era líder. Marqué al minuto 70 desde fuera del área y con ese gol conseguimos el triunfo. Después de eso me cantaban ‘goleador, Lloreda goleador’, fue el momento más mágico de mi carrera. Fue una muestra de que reconocían mi trabajo y ahí empalmé lazos con la hinchada”.
En junio de 2016, el ofensivo volvería al Cali tras marcar 10 goles por Torneo y cuatro en Copa.
“Hubo un tiempo de mucho diálogo para el regreso, pero no se concretó nada. Quiero volver y retribuirle el cariño a la gente”.
Hoy, Lloreda está sin equipo luego de jugar en el 2019 con Bogotá y en el 2018 con el Tolima.
Gustavo Contreras | gustavo.contreras@laopinion.com.co