Soy aficionado taurino. En Bogotá, la nueva alcaldesa se pronunció sobre el asunto apenas unos días- unas horas- luego de haberse posesionado. No se pronunció, por ejemplo, sobre los reinados de belleza, grotescos y maltratadores de la mujer.
En fin, la mandataria local escogió las corridas de toros como enemigo, y como bandera: No habrá faenas, y el distrito no apoyará la fiesta brava. En fin. Una declaración sin novedad, pues está de moda decirles no a los toros.
No tengo ningún problema en que la gente sea anti taurina, pero es necesario un repaso sobre los derechos de las minorías, derechos que han favorecido, y mucho, a personas como la alcaldesa de Bogotá.
El argumento de que las mayorías no gusten de algo, no es, ni puede ser, un sustento racional de nada. Hitler ganó las elecciones por mayoría. La mayoría de colombianos no está en favor de la libertad de la mujer en elegir su maternidad, y una mayoría, abrumadora, no cree en el método científico.
Y la mayoría tampoco estaría de acuerdo con el matrimonio igualitario, y muchos no están pro de los subsidios a los más pobres, pues ven en eso al comunismo.
Pues bien, el respeto de los gobernantes por las minorías es lo que hace que las democracias avancen. A punta de pupitrazo de mayorías las minorías no tendrían muchos – quizá ninguno- derechos.
Por ejemplo, la alcaldesa no se hubiera podido casar con su actual esposa, la senadora Lozano. Ese matrimonio, el que celebro y respeto, es producto de la conquista de derechos de minorías que no todos comparten. Claudia López se benefició de una conquista de las minorías.
También logró romperle el pescuezo a la maldita desigualdad que tanto nos afecta los colombianos. Ella, de origen muy humilde, ostenta hoy una hoja de vida envidiable: maestrías y un doctorado en una universidad de las mejores del mundo. Ella logró eso, precisamente, porque su empuje y valentía se sembraron en un ambiente donde ahora las minorías tienen derechos. Hace años una mujer pobre no podía aspirar a casi nada. Hoy, por fortuna, logran ser alcaldesas.
En fin. No es escogiendo algunos derechos de las minorías, bajo parámetros caprichosos, que se gobierna y dirige. O se respetan todos, o ninguno. ¿Ir a toros no, pero sí la adopción de parejas del mismo sexo? Ambos favorecen a minorías, y es lógico que alguno guste más que otro, y que sea más popular para la galería, pero ambos se deben respetar.
Prohibamos las corridas de toros, pero entonces obliguemos a los mataderos a que sus paredes sean de vidrio y muestren la crueldad con que allí se trata a los animales. O, mejor aún, obliguemos a que todos seamos vegetarianos – yo lo soy hace 10 años-. Ahí sí está la verdadera coherencia.
Así no es, señora alcaldesa. Así no puede ser.