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Todos contra ella
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Sábado, 30 de Mayo de 2015

Falta casi año y medio para las elecciones presidenciales en los Estados Unidos y la campaña política apenas está encendiendo motores. A pesar de lo anterior, la prensa ya entró en modo de batalla y se está colocando como la verdadera oposición contra Hillary.

Las relaciones de Hillary con la prensa, siempre han sido difíciles. Primero como esposa del Gobernador de Arkansas y, luego, como señora del presidente Bill Clinton, rompió los moldes que hasta entonces existían sobre el estilo y el papel de las primeras damas en los Estados Unidos. Los medios de comunicación de Arkansas, un estado pobre y muy conservador, no aceptaron esos cambios. La atacaron  inmisericordemente.  No sólo sobredimensionaron sus errores y subestimaron sus éxitos, sino que publicaron historias escandalosas, sin pruebas serias, que mancharon su imagen.

Esa imagen la persiguió cuando llegó a  la Casa Blanca. La prensa nacional recogió entonces leyendas negras sobre Hillary, creó otros escándalos y la crucificó luego de su fracaso en la reforma de salud que tenía bajo su responsabilidad. La forzaron a asumir un papel mucho más tradicional, lo que hizo con cierta resignación y mucha inteligencia. Escribió un libro para niños que resultó un gran éxito en circulación. Sin embargo, detrás de bambalinas seguía ejerciendo su rol de socia del Presidente Clinton y su principal consejera.

Durante su primera aspiración a la candidatura demócrata por la Presidencia de los Estados Unidos, Hillary puso a la prensa a distancia y la manejó con una cautela que, posteriormente, le iba a resultar costosa.

La página en Internet POLITICO, hace un año, describió las relaciones de Clinton con los periodistas como el resultado de “su desagrado y recelo frente a una prensa política nacional rapaz, superficial y algunas veces totalmente sexista”.

En la nueva campaña presidencial, que apenas está comenzando, Hillary viene extremando su cautela y hasta ahora ha brindado pocas oportunidades de entrevistas a los periodistas. Estos, a falta de una significativa oposición dentro del partido demócrata y de candidatos que le puedan competir en las primarias, han decidido colocarse como la verdadera oposición frente a Hillary. Resulta penoso ver a periodistas famosos y medios considerados serios publicar, republicar y explotar en contra de Hillary el ataque al consulado en Bengazi y la muerte del embajador de los EE.UU. Echan humo porque, durante su paso por el Departamento de Estado, utilizó un servidor privado y no el de esa institución, para enviar sus correos electrónicos oficiales y privados. La prensa se siente con el derecho de tener acceso, desde ya, a todas las comunicaciones de esta dirigente, para poder sacar algo que pueda ser utilizado en su contra durante la campaña.

Los últimos ataques se relacionan con los millones que Hillary y el expresidente han cobrado por presentaciones de corte académico. Ciertamente, las sumas son astronómicas. Sin embargo, si organizaciones o personas han estado dispuestas a pagarlas, no es ilegal o inmoral hacerlo, siempre y cuando no haya existido intercambio de favores. Hasta ahora, no han podido demostrarlo. Hay que resaltar, finalmente, que, parte de estas sumas, los Clinton las han dirigido a su Fundación y a los meritorios proyectos en favor de poblaciones pobres en todo el mundo.

Por el lado republicano, la lista de candidatos todavía está incompleta y crece día a día. Hasta el momento, por los menos quince han declarado sus intenciones de lanzarse. La atracción por el poder entre las filas conservadoras está fuera de control.  Todos a una han optado por atacar a Hillary por todos los flancos posibles. Es la manera fácil que han encontrado de que la prensa los publique, destacarse nacionalmente y comenzar a obtener algunos puntos en las encuestas.

¿Lograrán frenarla?

 

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