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Santiago de Compostela, magia y leyenda
Cúcuta nació como un lugar de descanso en uno de los caminos entre Colombia y Venezuela.
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Sábado, 17 de Octubre de 2015

Resulta una hazaña que una ciudad surja de la nada y crezca con base en una leyenda. La hazaña adquiere visos de milagro cuando esa misma ciudad, después de 1.200 años, sigue atrayendo a cientos de miles de peregrinos y de turistas procedentes de todo el planeta. Esa ciudad es Santiago de Compostela, capital de Galicia en España.

Cúcuta nació como un lugar de descanso en uno de los caminos que tomaban los viajeros para desplazarse entre lo que hoy es territorio colombiano y Venezuela. Compostela, igualmente, surgió como un punto en el camino de las largas rutas de los romanos.

Desde la edad media se cuenta la historia de que el Apóstol Santiago, en sus recorridos evangelizadores, habría llegado hasta lo que hoy son los territorios de España y Portugal. Después de su ejecución en Jerusalén,  por orden de Herodes Agripa, sus propios discípulos habrían embarcado su cuerpo en una canoa de piedra y lo habrían devuelto a Galicia en donde se supone había vivido, antes de regresar a Galilea para acompañar a la madre de Jesús en sus últimos momentos.

La leyenda se enriqueció con la historia de que, en el año 813, un ermitaño le contó al Obispo de Galicia que, en un promontorio deshabitado, aparecían por las noches luces misteriosas. El Obispo mandó a investigar de qué se trataba. Se descubrió entonces una tumba en la que estaba enterrado un cuerpo decapitado, con la cabeza debajo del brazo. El Obispo declaró y el Rey de Asturias, Alfonso II el Casto lo dio por cierto, de que se trataba de los restos del Apóstol Santiago el Mayor, hermano de Juan, uno de los discípulos amados de Jesús.

El Rey mandó entonces a construir una capilla sobre el lugar en donde estaban enterrados los supuestos restos del Apóstol y declaró a  Santiago el patrón de todos los territorios bajo su control.

Así comenzaron los peregrinajes de los cristianos, por las antiguas rutas romanas, y por los que hoy se conocen como “los Caminos de Santiago de Compostela”.

Lástima que Cúcuta no hubiera contado con un Obispo con tanta fe o imaginación para crear una leyenda alrededor de los restos de algún santo, que le hubiera asegurado un lugar en el peregrinar cristiano.

Hoy el viejo centro de Santiago de Compostela es un bello lugar con magia y leyenda. Cuando se llega a su plaza principal, la Praza do Obradoiro, en gallego, o la de los Talleres, en español, lo primero que sobresale es la fachada principal de la barroca catedral en la que se convirtió, a través de los siglos, la modesta capilla construida por Alfonso II.

En medio de la plaza se sientan a descansar cientos de peregrinos que, después de recorrer a pie o en bicicleta los caminos de Santiago, se congregan antes de entrar a la Catedral y rendir homenaje al Apóstol Santiago.

Después harán cola en la oficina especial para los peregrinos, en donde les colocarán el sello final de su pasaporte y el comprobante de  que recorrieron por lo menos 100 kilómetros a pie por los Caminos de Santiago, o 200 en bicicleta. ¡Toda una hazaña!

En 2014, según estadísticas de esa oficina, alrededor de 240.000 peregrinos comprobaron el final exitoso de su travesía.

¿Por qué lo hacen? De acuerdo con encuestas, muchos por fe, para cumplir una promesa, pedir algún milagro o reencontrarse con su espiritualidad. Otros lo hacen por aventura o ejercicio.

Al llegar a Santiago, y a pesar de no haber recorrido el camino a pie, me recliné en la cripta frente a la urna que se dice contiene los restos del Apóstol Santiago. Para curarme en salud, en caso de que la leyenda sea cierta, oré en voz baja y también pedí un milagro.  Espero que el santo perdone mis dudas y me lo conceda.

 

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