Japón fue la segunda economía más grande del mundo hasta el año 2010, cuando finalmente fue superada por el acelerado crecimiento de China. Es importante destacar que mantuvo esta prestigiosa posición desde 1988, momento en que superó a la entonces Unión Soviética. En total, Japón mantuvo el segundo puesto por un impresionante periodo de 22 años. Sin embargo, la tendencia al descenso económico se ha mantenido. En 2024, la nación nipona cayó al cuarto lugar según el Producto Interno Bruto (PIB) nominal, siendo desplazada incluso por Alemania, lo que subraya las dificultades persistentes para reactivar su motor productivo.
El "Milagro Japonés" se dio entre 1960 y 1980, un periodo recordado por su gran desarrollo económico. En contraste, entre 1991 y 2003, la economía japonesa creció a un ritmo medio de 1.5% anual, y su crecimiento real promedio entre 2000 y 2020 fue de alrededor del 1%: una etapa conocida como la "Década Perdida". En 1945, Japón era un país arrasado por los bombardeos estadounidenses. En esa época de posguerra, los norteamericanos incrementaron considerablemente sus exportaciones hacia el país asiático, lo cual fue clave para la recuperación.
En medio de estos desafíos económicos, el país ha capturado la atención mundial con un hito político sin precedentes. Esta semana, el 21 de octubre, se oficializó la llegada al poder de Sanae Takaichi. La política japonesa se posesionó como la Primera Ministra de Japón, marcando historia al ser la primera mujer en alcanzar tan importante cargo en su país. La nueva Primera Ministra, de 64 años, también ostenta la presidencia del poderoso Partido Liberal Democrático japonés (PLD).
Su nombramiento generó una rápida respuesta internacional; Estados Unidos (EE. UU.) la felicitó, manifestando su intención de profundizar la cooperación bilateral. El perfil de Takaichi es tan singular como histórico: la primera mujer en gobernar Japón es también una baterista de metal. Aunque su pasado musical le dio notoriedad, su plataforma es la de una política conservadora que, no obstante, ha prometido impulsar políticas sociales como la expansión de los servicios de salud para mujeres.
La llegada al poder de Sanae Takaichi, con su liderazgo inédito, inyecta un aire de novedad y esperanza en un momento crítico. Mientras la economía japonesa lucha por salir del estancamiento y cae en la clasificación global, esta histórica Primera Ministra representa la posibilidad de que la nación pueda convocar nuevamente la disciplina, la innovación y el ingenio que demostró tras la devastación de la guerra. Takaichi tiene el reto de redefinir el liderazgo japonés, abriendo un nuevo capítulo hacia el dinamismo en el siglo XXI.
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