Este año Cúcuta ha estado bajo una tormenta perfecta de problemas en todos los ámbitos.
Desde la crisis sanitaria por la pandemia que desde marzo golpea de manera fuerte a la ciudad; ahora con la temporada de lluvias que está ocasionando daños irreparables en muchas vidas de familias vulnerables, las cuales una vez más evidencian omisiones de muchos años de administraciones anteriores de no proyectar un sistema idóneo de alcantarillado pluvial con su respectiva limpieza permanente de canales de desagües.
Pese a ello Cúcuta parece gobernada por unos conformistas que no se inventan algo ambicioso para la reactivación económica. Desde que llegaron al poder con el discurso de regeneración política, el Alcalde Yáñez -fiel seguidor de las ideas y exmilitante del Centro Democrático- ha contradicho sus propuestas de campaña sobre lucha contra la corrupción.
En lo que va de este año más de cinco funcionarios importantes han renunciado por dudosas prácticas de la administración y posibles indicios de corrupción preocupantes en muchos temas.
El viejito del megáfono no se inmuta. No reconoce errores, solo atina a responsabilizar a las administraciones pasadas de los problemas de la ciudad y para colmo de males lleva una pésima relación con el Concejo.
El Alcalde sigue con el discurso de “buenos y malos” para señalar a sus contradictores y se vive ufanando de encabezar una Alcaldía pulcra, cuestión subjetiva porque en la práctica ha sido lo contrario como lo evidencian los sobrecostos en mercados e insumos de salud, las pocas inversiones en infraestructura de salud durante la pandemia, la improvisación con el cierre arbitrario de la movilidad en los alrededores del parque Santander, etc.
¿Cuál es el “gran cambio” del Alcalde? ¿Qué proyectos prioritarios va a desarrollar en los años que le restan? ¿De dónde saldrán los recursos para esos proyectos estratégicos? ¿Qué proyectos ha presentado ante el Departamento y la Nación para buscar cofinanciación para desarrollar infraestructura estratégica? ¿Querrá ser el Alcalde una copia poco parecida a lo que fue la gestión de Rodolfo Hernández en Bucaramanga?
Son muchos los temas por debatir pero el Alcalde no parece escuchar. La prepotencia de sus funcionarios para ir a rendir informes ante el Concejo parece propio de las cortes reales del antiguo régimen del absolutismo monárquico europeo del siglo XV. Los secretarios se molestan por citaciones a debates de control político; presentan informes mal enfocados, con absoluta mediocridad y pocas ejecutorias; pero pretenden que el Concejo los reciba y alabe por los pocos resultados que se ven en la ciudad.
¡Alcalde cambie el rumbo aún puede hacerlo! No siga con ese lenguaje moralista de verbo pero irreal en la práctica el cual se difumina con escándalos de corrupción, renuncias de secretarios idóneos como fue la del exsecretario de educación Arturo Charria quien pese a estar haciendo un gran trabajo en este sector administrativo de manera intempestiva presentó la renuncia irrevocable de su cargo. Alcalde Yáñez el espejo retrovisor sirve en campaña pero una vez en el poder no tiene cabida para justificar improvisaciones.
El Concejo tiene el derecho institucional de exigir resultados a los secretarios de despacho con plena autonomía constitucional (artículo 313 CN). El Concejo puede pedir explicaciones a los secretarios de sus ejecutorias para poder tomar correctivos y si es del caso hacer uso de la figura más importante de la función de control político como es la moción de censura. Instrumento que termina siendo político, una cuestión de conveniencia de una determinada decisión de la administración respecto de los fines sociales del municipio y que en últimas no requiere de juicios jurídicos enredados.
Ojo lo jurídico es del resorte de los órganos de control como la Fiscalía, la Procuraduría y la Contraloría. Aprender a respetar la importancia del Concejo y su autonomía Alcalde lo llevaría a mejorar los resultados administrativos de su gestión.