Ya sabía yo que algo había cambiado en la forma de hacer periodismo. Más que una certeza, era una percepción. Sentía que había un giro, una nueva forma de hacer periodismo, de entrevistar, pero no estaba seguro de qué se trataba.
Pero llegó la entrevista de Vicky Dávila a Hassan Nassar y logré entender. Lo que era una idea, un poco vaga, luego de oír la entrevista se vistió de certeza.
La cosa es así: antes, hace algunos años, en entrevistador se despojaba de sus ideas, de sus convicciones, y se aproximaba al entrevistado para averiguar acerca de unos acontecimientos. Buscaba la verdad. El periodista quería saber sobre las posturas del personaje y le preguntaba directamente sobre esto o aquello. Claro está, el entrevistador se había – así debe ser- preparado sobre quién era su entrevistado, su vida y sus obras. Casos que ejemplifican lo que digo hay miles. Desde las entrevistas de Yamid Amat, clásicas del periodismo, hasta las de Oriana Fallaci. Escojan ustedes y verán que lo que digo es cierto.
Pues bien, desde hace algún tiempo, quizá 10 años, la cosa cambió. Desconozco las razones del cambio, pero me atrevo a pensar que el cambio ocurrió en el momento en que los periodistas mutaron para ser parte de la farándula. El cambió consistió en que los entrevistadores, con sus preguntas, ya editorializaban. Ya no eran meros interrogadores; ahora eran inquisidores, con agenda propia, y sus preguntas ahora están cargadas. De preguntadores, a jueces y ahora a justicieros. ¡Vaya cambio!
Antes la pregunta era: ¿Por qué come tanto? Ahora la pregunta es: ¿No se siente mal de comer tanto, cuando en este momento hay niños con hambre en la periferia de la ciudad?
Esa diferencia no es sutil, ni mucho menos. Y llevó a que el entrevistado pasara de responder con el mismo tono “editorialista” que usa el entrevistador. El ejemplo, un poco simple que utilicé arriba, sirve para ilustrar el cambio. La pregunta era simple y buscaba auscultar hechos u opiniones. A la pregunta ¿Por qué come tanto? la respuesta sería algo así: “me gusta mucho comer” o “Tengo problemas de ansiedad y la desahogo comiendo”. Ahora ante la nueva pregunta ¿No se siente mal de comer tanto, cuando en este momento hay niños con hambre en la periferia de la ciudad?” La respuesta del entrevistado será “No entiendo cómo me habla de eso, cuando usted mismo es obeso”.
Presento excusas si el ejemplo es simple, pero es que así lo quiero presentar. Quiero mostrar lo absurdo de la situación: El entrevistador que ya no es tal, al menos no cómo se concebía antes. Y el entrevistado, que ahora va listo y preparado para contrarrestar las preguntas, pero no a responderlas. Todo un combate.
La mesa está servida para que la verdad se diluya en esta nueva forma de hacer periodismo.