Las estadísticas hablan ya de un poco más de cien de exmiembros de las Farc asesinados. Las autoridades, como es costumbre, no asumen ninguna cuota de responsabilidad. Que los matan las autodefensas, que las mismas fuerzas del orden. Que los asesinos son los compañeros de armas de los asesinados. En fin, mil y una explicaciones para lo que nunca debería tener que explicarse.
Me temo que, tristemente, los asesinatos no mermarán. Entre la probada incapacidad del Estado, la querencia de algunos miembros de esa guerrilla por las actividades non sanctas, y los odios cultivados por tantos años son la receta perfecta para que veamos, en los próximos años, más homicidios. Nada los justifica, pero hay elementos que explican estos atentados.
Así, creo que en algo que falló el proceso de paz: en la permanencia de los exFarc en el territorio patrio. Habría sido menos problemático si los reinsertados se hubieran exiliado uno años, 3 o 4. Francia, o los países nórdicos serían destinos que podrían recibirlos.
Es antipática mi propuesta. Lo sé. Soy consciente de ello, pues el exilio es uno de los castigos más devastadores para la moral. Pero es mejor eso, para todos, que el permanente riesgo de los reinsertados y de la sociedad.
Me explico: algo que molestó, muchísimo, fue la actitud altanera, desafiante y provocadora de los señores de las Farc al momento de ingresas a la vida civil: Un día destruían Bojayá y al otro paseaban por el capitolio; eso incomodó y mucho. Despertó el sentimiento de venganza que todos tenemos.
Y, ahora, los homicidios que ya son muchos, son otra cosa que molesta y duele. La situación incómoda por punta y punta: a los defensores del proceso de paz, que con razón se duelen de los homicidios y los ven como un ataque directo al proceso de paz. Y a la otra punta, los detractores del proceso, que ven en los homicidios una situación lamentable pero obvia: los exFarc son personas que vivieron bajo la ilegalidad y su llegada a la sociedad civil no iba a ser pacífica, pues al fin y al cabo había enemigos esperando para cobrar venganza.
Por lo anterior es que creo que el exilio, bien como medida auto impuesta, o como medida acordada dentro del proceso de paz, hubiera sido un bálsamo para todos: Protegía la vida de los exFarc y enfriaba a los que veían, con algo de razón, a los exguerrilleros como señores desafiantes.
En fin, creo que todavía no es tarde para el exilio. Unos años fuera, aún con posibilidad de opinar sobre lo que acá sucede, no estaría mal.