
De manera reiterada y sorprendente se lee y escucha que “Chile se cae a pedazos…”.
La inflación circunda el 2%; en el 2024 el PIB creció un 2,4%; tal año las exportaciones superaron los 110 mil millones de dólares; la inversión extranjera supero los 15 mil millones de dólares; el desempleo fluctúo el 7%; y, la deuda pública bajó. Entonces, tal afirmación no cuadra.
La migración, en la última década superó 1,2 millones de personas, siendo responsabilizada de los delitos y su violencia, pues crecientemente son ejecutados por extranjeros. Pero Chile sigue siendo el país con los menores índices de delincuencia del continente.
En un momento de tanta convulsión internacional, ¿por qué abocarse a Chile? Porque en noviembre próximo hay elecciones presidenciales y para renovar el parlamento. Lo singular es que, en las elecciones primarias para elegir al candidato de la centroizquierda, ganó contundentemente la candidata del partido comunista.
Dicho partido en su centenaria existencia en Chile siempre ha actuado dentro de la ley, debiendo llamarnos la atención que, caído el Muro de Berlín en 1999, disuelta la URSS en 2001, y desaparecidos dichos partidos en Europa, haya seguido vigente en “…donde el diablo perdió el poncho” como dicen los chilenos. Esto es, muy lejos de todo, menos de acontecimientos políticos relevantes.
A inicios del siglo veinte, en los yacimientos mineros en el Desierto de Atacama, se gestaron masivos movimientos obreros, mayoritariamente de inspiración marxista. Sus huelgas fueron numerosas y las masacres obreras no menores.
Tras el triunfo de la revolución Bolchevique en Rusia, y finalizada la I Guerra Mundial, nacen en Italia, Alemania, España y Portugal, movimientos nacionalistas, que son contrapesados con el surgimiento de un Frente Popular en Francia. En España triunfa la república. Y, al otro lado del mundo, curiosamente en Chile triunfa un movimiento idéntico que gobierna entre 1938 y 1941.
La revolución cubana encabezada por Fidel Castro triunfa en 1959. En 1961 se alía con la Unión Soviética y en 1962, se origina una grave crisis cuando USA descubre cohetes nucleares soviéticos emplazados en la isla.
Pocos años después, en las elecciones presidenciales chilenas de 1964, triunfa el candidato democratacristiano, Eduardo Frei Montalba bajo el slogan de “Revolución en Libertad”, para diferenciarse de la revolución cubana que fuera por las armas.
En 1970 triunfa el candidato socialista, Salvador Allende. Asi, por primera vez en la historia de la humanidad un candidato marxista es electo presidente por votación popular y democrática, siendo ello relevante, porque el mundo vivía en plena guerra fría.
Hoy por documentos “secretos” desclasificados del Congreso norteamericano, conocemos que Nixon y Kissinger intentaron impedir que Allende asumiera, temiendo que repercutiría en Italia y Francia, países con coaliciones de izquierda que podían alcanzar el poder democráticamente, lo que no era tolerable para Estados Unidos en Europa.
Ello explica que, en septiembre de 1973, los partidos de derecha y los empresarios chilenos, financiados por Washington, instigaran un golpe militar, encabezado por Pinochet quien permanece en el poder por más de 17 años.
Chile se convierte en laboratorio, en el que se experimenta con seres humanos, diversas políticas económicas neoliberales. El país sufre un colapso económico/social, llegando a índices de pobreza de un 45% y de pobreza extrema sobre el 20%. A ello se deben agregar miles de crímenes y masivas violaciones a los derechos humanos.
En 1990, y durante 20 años gobierna exitosamente una coalición socialista/democratacristiana que saca al país del estancamiento, la pobreza baja a menos del 20%, la extrema pobreza bajo el 5%, mientras la economía crece a un promedio de 5 a 6% anual, con lo cual el país da un salto exponencial, firmándose más de 35 Acuerdos o Tratados de Libre Comercio, convirtiendo a Chile en el país más abierto al comercio internacional del orbe.
Lo anterior descuidó, que, sin equidad, el crecimiento se convierte en una “bomba de tiempo”, pues la concentración del 90% de la riqueza en no más de un 10% de la población, ocasiona mucha inquietud social. Ello explica en parte que en el 2022 asumiera a los 36 años la presidencia de la república, Gabriel Boric.
Todo lo reseñado, nos da pie para creer que Jeanette Jara, puede ser electa presidenta de Chile, lo que a la luz de su historia no sería de extrañar.
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