
La promoción del Colegio Calasanz de 1975, este año cumple medio siglo de haber egresado como bachilleres.
La Cúcuta que muchos dejamos en1975 para irnos a estudiar una profesión en otras ciudades, es muy distinta a la Cúcuta 2025.En 1975 Cúcuta tenía menos de 300 mil habitantes y el área metropolitana, que no existía como ente administrativo y legal, hospedaba algo más de 350 mil habitantes. Hoy Cúcuta cuenta con cerca de 750 mil habitantes y el área metropolitana m{as de un millón.
Nos hicimos una ciudad grande, pero no pudimos volver a ser una gran ciudad. En Cúcuta en esas épocas, con el bolívar a 16 pesos, pululaba el comercio y se extinguía la industria. Por eso la clase empresarial no ha sido impulsora del desarrollo y todo se ha limitado a la Cámara de Comercio, aunque hace unos años el capítulo ANDI Norte de Santander ha hecho presentación en sociedad, con un mediano impacto. La terrible lotería del diferencial cambiario nos marcó como sociedad facilista. La clase política local y regional en este medio siglo, aunque nunca ha sido de mostrar, incluso ha empeorado.
Cúcuta es la sexta área metropolitana de Colombia en población y la única que no tiene un sistema masivo de transporte público, que no está conectada las redes de gasoductos y poliductos y con la única vía de mostrar en la carretera Cúcuta-Pamplona, que no hace un impacto diferencial en la economía regional.
En 1975 Cúcuta era la del "ta barato, dame dó", de la guerra de carros en la frontera para pasar a San Antonio por el mismo puente que existe desde que estábamos en primaria, de mercar en Ureña y echar gasolina en el Paso Andino. Era una ciudad fácil y rica para vivir. Era aún la época de las grandes orquestas, incluyendo a nuestro Manuel Alvarado, las fiestas en los clubes con Billos y Melódicos, la de los intercolegiados y la semana calasancia. Era una ciudad segura. Cincuenta años de procesos de "paz" tienen a Cúcuta como una ciudad peligrosa que se tomó la narcoguerrilla desde los territorios de paz del Catatumbo.
Era la época de las muchachadas por cuadras en los barrios, cuando en la ciudad había pocos ricos, pocos pobres y mucha clase media, cuyos hijos estudiaban en el Calasanz. Eran aún familias de más de cinco hijos que tenían en la calle depoco tráfico su elemento. Felices, eso sí.
El Calasanz tenía una relación biunívoca con el barrio Blanco y la mayoría de los jóvenes de la época que vivían allí, estudiaban en él. Por eso los amigos del colegio eran en gran parte los del barrio y guardogratísimos recuerdos de los picaditos de básquet y futbol en el colegio y en la plazoleta, de las fiestas calasancias y de cuando todos nos conocíamos con todos. Sin embargo, también fue la época en que entró la marihuana que llevaba a otras drogas y que se cobró el futuro de algunos amigos.
El Calasanz con sus padres escolapios comprometidos, la mayoría españoles, era un buen medio de formación. Eran conductores y vigilantes; en los recreos no dejaban gente sin hacer nada. Ahora con las vocaciones sacerdotales por el piso, el énfasis está más en información que en formación, tan necesaria aquella en esta época idiota.
Mirando atrásnos damos cuenta que cincuenta años es un ratico; dejamos de ver a los muchachos cograduandos y nos reencontramos viejitos irreconocibles. Pero más triste aun es que en ese ratico Cúcuta creció pero no maduró y ahora vivimos pendientes de la narcodictadura que acabó el bolívar, la buena vecindad y las opciones de futuro. Y Colombia jugando a lo mismo. El bajo desarrollo de Cúcuta es directamente proporcional al crecimiento histórico del Estado y al decrecimiento del poder empresarial privado.
A pesar de todo, nos tomaremos unos traguitos con esos viejitos para celebrar estos 50 años de bachilleres.
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